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Oscura claridadClara Zamora Meca

Andar es de tiesos

El Gobierno arrastra los pies para renovar el CGPJ, algo fundamental para el orden social; pero corre para aprobar la Ley de Memoria Democrática, que no sirve para nada; y anda como un tieso para dar las ayudas, mientras vivimos una inflación

El «tardeo» es la nueva forma de diversión de los de mi quinta. Salir de copas por la tarde es muy elegante, muy decente y da mucho de sí; porque, si la cosa se complica, se puede convertir en «tardeo con tendencia natural». El pasado viernes, el sarao había tenido lugar en una zona céntrica, muy cerquita de mi casa, de manera que volvía caminando. Al pasar por los bajos de la Giralda, en dirección al Patio de Banderas, un cochero allí aparcado me soltó esta perla: «Correr es de cobardes y andar, de tiesos». Me eché a reír con ganas. A continuación, entonó un tango con pasión de artista. Era un cochero muy joven, de buen ver, que estaba sentado chulescamente sobre su coche de caballos a la espera de algún cliente. Era tan alegre todo en él y tan contagiosa la felicidad que desprendía, que evidenciaba que el mejor don de todos es estar en posesión de la alegría de vivir.

Al mediodía del día siguiente, en un concurrido aperitivo de sábado soleado, comenté la escena. Una voz iluminada añadió: «Y arrastrar los pies es de maleducados». Comenzaron entonces las analogías con el Gobierno: que si arrastra los pies para renovar el CGPJ, algo fundamental para el orden social; pero corre para aprobar la Ley de Memoria Democrática, que no sirve para nada; y anda como un tieso para dar las ayudas, mientras vivimos una inflación. Empezó a vislumbrarse una energía enervada y salpicada de indignidad. Uno de los presentes tuvo la brillante iniciativa de pedir la cuenta para dar por terminada la que, hasta ese momento, había sido una agradable tertulia sin lamentos ni suspiros. Estaba presente mi hijo pequeño, que apuntilló: «Lo único que une a los españoles es el fútbol». Lo vitorearon y lo propusieron para alcalde, pero sólo tiene quince años, además quiere ser actor. Aunque ahora que lo pienso, ambas profesiones son casi sinónimos en muchos casos.

Tras el tardeo del viernes y el intenso aperitivo del mediodía, decidí pasar la noche plácidamente en casa, viendo alguna tertulia política que pudiera inspirarme. ¡Tremenda decisión! Resulta que uno de los programas de más éxito, que se lleva emitiendo años con un mismo formato, se ha modificado mezclando a periodistas con políticas. Pueden imaginarse el resultado: Enma López Araujo, Tania Sánchez y Begoña Villacís se empoderaron, haciendo gala de esas nuevas maneras de labios envenenados: «Bla, bla, bla, no digo nada pero parece que sí, sonrío todo el tiempo, afirmo con la cabeza, siempre llevo la razón y mi trabajo es tender redes capciosas». Presté especial atención a la de Ciudadanos, y no sólo porque fuera la que más hablaba. Había cuidado su aspecto con delicado esmero, lo cual es siempre de agradecer; pero todo desmerecía en su forma de ejercer la política: mucho bronce, sobre fango sin fondo. Las otras dos eran como dos pianos desafinados interpretando sendos Sonetti de la fate.

Los periodistas, arrinconados –incluido el presentador–, estaban atónitos. Sus mínimas intervenciones, más lúcidas, cumplían el papel del debate: analizar la realidad, vertiendo información detallada y meditada. Ellas, mientras, buscaban la cámara con desasosiego para vender o, mejor dicho, para venderse. Nada fluyó con naturalidad, la verdad. Me acosté sin ninguna aparente inspiración. Entonces, ya con la luz apagada, reapareció el cochero. ¿Así que andar es de tiesos? ¡Qué vivo el tío! En realidad, había hecho lo mismo que las políticas, es decir, vender lo suyo: no corras, ni andes, ve en coche de caballos. Reconocí entonces que pasear me parece un auténtico placer, aceptando que tengo madera de tiesa. De esta manera, puedo afirmar que soy periodista y tiesa, ¡ojú!; al menos, no necesito vender nada, algo es algo.