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HorizonteRamón Pérez-Maura

No dirán que exageramos

La suicidada es España. Y como dice Felipe González cuando juzga las actuaciones de José Luis Rodríguez Zapatero en Venezuela «que luego no diga que no sabía lo que estaba ocurriendo». Aquí no se intenta engañar a nadie

Actualizada 01:30

Ayer tuve el privilegio de asistir en las Salas Capitulares del Real Monasterio de El Escorial a un acto presidido por S.M. la Reina Doña Sofía en el que se entregaba el Premio de Historia de las Órdenes Españolas. Antes de empezar el acto, un amable lector de El Debate, que no debe de estar completamente en sintonía con la línea editorial de este periódico –de lo que me alegro, porque se demuestra que cada vez abarcamos un espectro más amplio de lectores– me reprochó mi artículo del día titulado Otro suicidio de España (y van…) diciendo que hablar de suicidio de España porque vaya a haber selecciones deportivas de las comunidades autónomas en competiciones internacionales es hacer una enorme exageración sobre un hecho irrelevante. Y yo le preguntaba si es irrelevante, por qué tenían tanto interés en ello los que quieren romper España.

Mientras estaba sentado en la sala capitular atendiendo al magisterio de Carmen Iglesias, la premiada de este año, me llegó la noticia de que la ministra María Jesús Montero había confirmado a Esquerra Republicana de Catalunya que el Gobierno va a defender una reforma del Código Penal para reducir las penas por el delito de sedición. Y luego dicen que es exagerado hablar de suicidio. Si perpetrar un alzamiento colectivo y violento contra la autoridad o el orden público sin llegar a la gravedad de la rebelión no es un delito que amerite severas penas, ni siquiera las penas con las que han sido condenados Oriol Junqueras y su pandilla, está claro que romper España es considerado un delito menor. Es decir, el Gobierno de la nación, como encarnación del país, está perpetrando un suicidio. Lo que pasa es que los suicidados no son los miembros del Gobierno. La suicidada es España. Y como dice Felipe González cuando juzga las actuaciones de José Luis Rodríguez Zapatero en Venezuela «que luego no diga que no sabía lo que estaba ocurriendo». Aquí no se intenta engañar a nadie.

En la línea de alterar la Historia y la Verdad tenemos ahora la celebración de los 40 años de la victoria del PSOE. Ese acto en el que se habían olvidado de convocar a Alfonso Guerra, que parece que algo tuvo que ver con aquel triunfo de la izquierda. Pero que no se pliega al PSOE actual todo lo que Sánchez querría. El lema con el que están anunciando la celebración es «40 años de democracia». Fascinante. ¿Quieren decir que hasta que el PSOE llegó al poder no hubo democracia? Creo recordar que el PSOE no se sublevó nunca contra el régimen de Francisco Franco que murió en la cama. Y no me hablen de brutal represión en España. Porque era una dictadura, sí. Pero sería más adecuado definirla como una dictablanda. Y esos socialistas llegaron a la democracia por el cambio de régimen que se ejecutó desde dentro del mismo, encabezado por el Rey Juan Carlos con la ayuda de muchos reformistas, pero esencialmente dos: Torcuato Fernández-Miranda y Adolfo Suárez. Los socialistas pusieron incluso más problemas para la reforma democrática que Santiago Carrillo –que probablemente estaba más necesitado de una amnistía–.

España vive en una degradación política que es absolutamente suicida. Y muchos no parecen darse cuenta. Ojalá no sean la mayoría.

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