Senegal, mon amour
Se entiende el mosqueo de don William Ruto. Es visitado por un autodenominado «líder internacional» y le suelta en Nairobi, capital de Kenia, que está muy contento por haber viajado a Senegal
Una equivocación en el diario Arriba a punto estuvo de crear, además de confusión, un conflicto diplomático entre España y Francia. La noticia publicada por el diario falangista molestó sobremanera al general De Gaulle que no se esperaba semejante intromisión del general Franco en la política exterior francesa. «Su Excelencia el Jefe del Estado ha invitado al presidente de Filipinas, Diosdado Macapagal, a visitar oficialmente Francia». Se superó el trance. En la política internacional, como en la nacional, abundan las meteduras de pata. Gerald Ford, presidente de los Estados Unidos, en visita oficial al gran aliado de Occidente en el Oriente Medio, el Estado de Israel, brindó en la cena por «el querido pueblo palestino». Y Harold Wilson, después de ingerir seis martinis en el avión que le llevaba de Londres a Caracas, llegó al palacio de Miraflores con una peonza monumental. Y animado por una musiquilla de fondo que interpretó como un vals, se dirigió a una mujer vestida de carmesí cuyo trasero le había encandilado. «Bella dama de rojo, ¿me concede este vals?»; la bella dama de rojo no estaba para bailes. «No le concedo este vals por tres motivos. El primero, porque no me considero una bella dama; el segundo, porque lo que está interpretando la orquesta no es un vals, sino el Himno Nacional de Venezuela. Y el tercero, porque soy el arzobispo de Caracas». En viaje oficial a la República Centroafricana, entre los acompañantes del Rey estaba el jefe de su Casa, el general Sabino Fernández Campo. Compartía mesa con Don Juan Carlos I, el presidente de aquel país, y los ministros centroafricanos de Asuntos Exteriores e Interior. Se sirvió el segundo plato. «Mano de mandril asada con patatas souflé». Nos lo narró Sabino a un grupo de amigos durante un cocido en casa del abogado Luis Zarraluqui: «El Rey tuvo que comerse la mano del mandril, que venía con pelitos y todo. Yo me excusé. 'Perdón, pero mi médico en España me tiene absolutamente prohibido que coma mano de mandril'. Intervino el ministro del Interior. 'Lo lamentamos mucho, porque se trata de un plato nacional exquisito. Hace menos de un siglo, en lugar de manos de mandril, comíamos manos de misioneros'». Y mi querido Jaime Mayor Oreja, fue despertado a las 4 de la mañana por una llamada de su colega marroquí. Se trataba de informarle que los españoles que viajaban en un avión de la Royal Air Maroc que había sido secuestrado, se encontraban en perfecto estado de salud. Y Jaime Mayor, entre el sueño y la buena noticia, se excedió involuntariamente en sus palabras de gratitud. En lugar de despedirse del colega marroquí con un «merci beaucoup, mon amí», lo hizo con un «merci beaucoup, mon amour». Una semana más tarde, en un encuentro bilateral hispano-marroquí, don Jaime se sentó enfrente del ministro magrebí, y no se atrevía a mantenerle la mirada, entre otros motivos, porque el ministro marroquí, que era pelo y pluma, le hacía ojitos.
De ahí que carezca de importancia el doble tropezón de Sánchez en su discurso agradeciendo la bienvenida de su anfitrión, don William Ruto, presidente de Kenia. «Me siento muy honrado de ser uno de los primeros líderes internacionales (sic) que le visita como presidente de Senegal». «Y tengo muchas ganas de trabajar con usted por España y Senegal». Fue cuando el presidente William Ruto, le interrumpió: «Soy el presidente de Kenia, ¡no de Senegal!» Así comenzó el viaje oficial de Sánchez a Kenia, seguramente asesorado por su esposa, gran experta en África, y el ministro de Asuntos Exteriores. Confundir a Kenia con Senegal es como trastocar Finlandia con Polonia. Kenia, como Uganda, Tanzania –antes Tanganyka– y Orange, fue colonia del Imperio Británico, en tanto que Senegal, como Dahomey, Argelia, Sudán, Camerún y Malí, pertenecieron a Francia, igual que el Congo al Rey exterminador Leopoldo de Bélgica, Angola y Mozambique a Portugal, y Fernando Póo, Rio Muni , Ifni y el Sáhara Español, a España. Se entiende el mosqueo de don William Ruto. Es visitado por un autodenominado «líder internacional» y le suelta en Nairobi, capital de Kenia, que está muy contento por haber viajado a Senegal. En fin, que se entiende el barullo que lleva en la cabeza nuestro chisgarabís, por muy líder internacional que se considere.