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HorizonteRamón Pérez-Maura

Dios mío, qué miedo

Y aquí estamos, mirando para otro lado y procurando no darnos por enterados de lo que es imposible ignorar

¡En qué manos estamos, señores! No hay donde posar el ojo. En España tenemos un Gobierno socialcomunista que está desmantelando la nación a cambio de retener el poder, aunque Sánchez acabe siendo el presidente de la nada. A nuestro alrededor lo del Reino Unido en el último mes ha sido un dislate, Macron no sabe qué línea seguir y vuelve a llenarse la República Francesa de manifestaciones y huelgas, Alemania tiene un Gobierno que no es capaz de encontrar una solución a la hipoteca energética con Rusia, brillante gestión del anterior canciller socialdemócrata, Gerhard Schroeder, que tan pronto como terminó su mandato se fue a trabajar para Putin. Y en Italia es pronto para juzgar, porque el Gobierno acaba de incorporarse a sus funciones.

Aquí estaban muchos muy contentos por la derrota de Trump en las últimas elecciones presidenciales norteamericanas, alivio que se acrecentó cuando se vio su actuación frente al asalto al Capitolio. Pero que las actitudes de una persona como Trump le descalifiquen para gobernar no es un aval para que gobierne un anciano que trota hacia la demencia –dicho sea, con el máximo respeto–.

Afirmar como hizo Biden el martes en Florida que «hablan de la inflación. La inflación es un problema mundial ahora mismo por la guerra de Irak y el impacto en el petróleo y lo que está haciendo Rusia, perdón, la guerra de Ucrania», dijo el presidente. «Estoy pensando en Irak porque allí es donde murió mi hijo». Estas líneas son para que nos echemos a temblar. Como mínimo habría que preguntarle, en serio, si recuerda de qué país es presidente. Por ubicarnos todos. Confunde la guerra de Irak con la de Ucrania, Ucrania no produce petróleo. Produce grano. Y dice que su hijo murió en la guerra de Irak cuando en realidad falleció en el centro médico Walter Reed en Maryland en 2015, unos seis años después de regresar de su año de servicio en Irak y unos diez años después de que acabasen los más relevantes combates. Dios mío, qué miedo.

¿Quién preside Estados Unidos? El entorno del presidente asegura que hizo esta afirmación intencionadamente porque el presidente Biden achaca el tumor cerebral de su hijo a su servicio en Irak. Parece una forma muy conmovedora de intentar encubrir el error cometido que se suma a una ristra de fallos anteriormente perpetrados ya. Pero yo creo que no hay mucha diferencia entre esta manifestación que demuestra, cuando menos, cierto tipo de demencia y algunas de las teorías conspiranoicas de Donald Trump. Sólo que a él los medios de comunicación le saltaban al cuello y con Biden se muestran las imágenes con ternura. Les falta decir «miren ustedes qué gracia. Qué fallo tan tonto ha tenido el presidente Biden que no está muy seguro de si hay una guerra contra Sadam Husein o contra Vladimir Putin. Qué tontería tan graciosa». Y por esa senda, los tiranos como Putin te llevan por delante sin mayor problema.

Y aquí estamos, mirando para otro lado y procurando no darnos por enterados de lo que es imposible ignorar. Las amenazas del enemigo y la incapacidad del cabeza del mundo libre son evidentes.

Occidente, año de gracia de 2022