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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Cuixart se troncha del Estado desde Suiza

Notable tomadura de pelo: recibe 5,4 millones de dinero público español para su empresa, Sánchez lo indulta y se larga a montar una 'offshore' a Neuchâtel

Actualizada 09:03

Jordi Cuixart, de 47 años, nació en un pueblo cercano a Sabadell. Estudio FP y con su buena cabeza montó una exitosa empresa de fabricación de envases. Hijo de madre murciana y padre catalán, el tradicional complejo de inferioridad, fomentado por la presión nacionalista contra «los de fuera», lo llevó a abrazar la causa separatista. Revelador es que ha retocado sus apellidos para figurar como Cuixart i Navarro, que suena más guay (es decir: menos español).

Cuixart presidía desde 2015 Òmnium Cultural, que de cultural tenía poco: era un tinglado centrado en fomentar el separatismo en la sociedad civil y buscar la independencia por vía rápida y drástica. Pensando que todo el monte era orégano y que el Estado se había convertido en un paquidermo abotargado, Cuixart se erigió en agitador callejero en los días del golpe de 2017. Es emblemática su fotografía megáfono en mano animando a la violencia subido al techo de un coche patrulla de la Guardia Civil, destrozado por la turba separatista.

Cuando se impuso la ley, Cuixart acabó en la cárcel y el Supremo lo condenó a nueve años de prisión y otros tantos de inhabilitación por su «papel decisivo» en la sedición organizada por el Gobierno catalán. No le cayó una pena mayor porque formalmente no era una autoridad pública, aunque a todos los efectos formaba parte de la camarilla que dirigía el golpe. En su turno final de intervención ante el Supremo, Cuixart proclamó desafiante que no se arrepentía de nada y que si pudiese lo volvería a hacer.

En junio de 2021, en una traición imperdonable a los intereses de España, Sánchez indultó a los líderes del golpe contra el criterio del Supremo y el sentir de la opinión pública. Lo hizo por la sencilla razón de que era la exigencia de Junqueras para mantenerlo en el poder.

Cuixart salió libre. ¿Y qué hizo el gran paladín independentista nada más pisar la calle? Pues hoy lo detalla El Debate en una información exclusiva firmada por Alejandro Entrambasaguas: lo que hizo fue instalarse en Neuchâtel (Suiza) a cuerpo de rey y constituir allí una empresa offshore, disfrutando de las más que laxas condiciones helvéticas, que hacen que algunos especialistas consideren aquello como un paraíso fiscal. Para más inri, antes de empezar a disfrutar de su fina vida en Suiza, el líder sedicioso recibió 5,4 millones de ayudas públicas españolas, buena parte de ellas del ICO. Y para colmo del recochineo, parte de esas subvenciones españolas se le otorgaron cuando cumplía pena precisamente por intentar romper España.

En resumen: Cuixart en Suiza como un rajá y un Estado tontolaba, que ha hecho el panoli debido a los lamentables enjuagues de Sánchez para comprarle a ERC su permanencia en el poder. Primero mi ombligo y luego todo lo demás. El retrato de los pícaros de Òmnium y la Moncloa.

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