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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

El NODO de Sánchez

Nos gobierna un mitin perpetuo, que hasta ha convertido las ruedas de prensa del Consejo de Ministros en un plomizo mitin partidista

Los partidos necesitan una cara amable, usualmente el líder, y otra que haga el trabajo sucio de propinar dentelladas dialécticas a los adversarios. A la hora de sacudir, González contaba con Guerra, que le arreaba unas tarascadas dialécticas tremebundas a un atribulado Suárez envuelto en su nube de Ducados. Con Aznar, los encargados de sacudir eran Cascos y Trillo. Teresa de la Vega hacía de buldócer para el (falsamente) amable Zapatero, con la ayuda de Pepiño zumbando desde la trinchera de Ferraz. Disponer de un malo oficial que se encarga de dar leña es un clásico normal del juego político. Siempre ha sido así. Lo que resulta anormal es convertir en mítines partidistas instituciones y actos que deberían servir a todos los españoles, no solo a los de tu cuerda. Vivimos bajo el NODO de Sánchez, un mitin perpetuo que todo lo mancilla.

Hasta la llegada del NODO de Mi Persona, las ruedas de prensa del Consejo de Ministros informaban de manera más bien burocrática de las decisiones adoptadas. A continuación, los portavoces gubernamentales de PSOE o PP respondían a las preguntas de los periodistas. Lógicamente, en sus respuestas tiraban para casa y ponían en valor su tarea. Pero con el sanchismo todo ha degenerado, emporcando lo que debe ser una democracia bien oxigenada. Las ruedas de prensa se han convertido en una cansina arenga partidista, según delatan hasta los cartelones de propaganda que han plantado en la sala de comparecencias.

La última rueda de prensa tras «el Consejo de Ministras y Ministros», como lo denominan en su neolengua orwelliana, ha sido una vergüenza, incluso para los ínfimos estándares del eventual Gobierno. La ministra de Sanidad, Darias, un auténtico florero durante una pandemia asumida por las comunidades, se dedicó a propinarle leña a Ayuso por la huelga sanitaria en Madrid, asunto que nada tenía que ver con las deliberaciones del Consejo de Ministros. Darias incluso traía preparados unos carteles con gráficos propagandísticos de la Factoría Moncloa, a fin de argumentar que el Gobierno de Rajoy invertía menos en sanidad que el de Sánchez (la verdad es que se encuentra transferida y los ejecutivos centrales no pintan casi nada).

Acabado el mitin de Darias, arrancó el de la Sonrisa del Régimen, Isabel Rodríguez. Por una vez aparcó las risitas y sin venir a cuento de nada se lanzó a acusar a Feijóo de «llamamiento al odio» y de «poner en duda desde otro país la democracia en España». Curiosamente, la noche anterior el PSOE se había rasgado las vestiduras y había emitido un melodramático comunicado exigiendo disculpas a Ayuso y Feijóo por haber dicho la presidenta de Madrid que Sánchez nos lleva a un modelo nicaragüense. Corolario: el PSOE puede desbarrar como quiera, pero si la oposición osa a responder, entonces entonan ofendidísimos la vieja pachanga de Raphael: «¡Es-cán-da-lo es un es-cán-da-lo!». En efecto: tics nicaragüenses, porque no soportan el fair play que hace posibles los sistemas saludables de derechos y libertades.

Nos aguardan unos meses pesadísimos, pues de hecho estamos ya inmersos en una larguísima campaña electoral. Habrá salpicaduras de barro por todas partes. Y aunque Feijóo es mayor y no necesita mi modesto consejo, como opinar es gratis le voy a dar uno: guárdese más, hable menos y huya de la sobreexposición mediática. Búsquese un mamporrero eficaz, que ahora mismo con Gamarra y Bendodo no lo tiene, y dedíquese al vuelto alto, a ofrecer una esperanza de altura a un país que ha soportado ya demasiado. Presérvese del ruido, porque Sánchez va a cocerse solo en su propia salsa, que es la del agobio de los precios, la sobredosis de trolas y el «que te vote Chapote».