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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El orfeón

El abogado de un violador condenado lo ha resumido con brillantez: «El mejor abogado defensor de mi cliente se llama Irene Montero»

La aplicación de la ley conocida como «sólo sí, es sí», tan bien recibida por violadores y pederastas, no es una burrada de exclusiva responsabilidad de la ministra obsesionada por el sexo y su viajera corte de chaladas. Es responsabilidad de todo el Gobierno, y de cuantos diputados y senadores votaron a su favor. Por lógica, una gamberrada legislativa conlleva la autoría principal de un gamberro y, en el presente caso, de una gamberra que se permite insultar a todos los jueces y les conmina a estudiar. «Fórmense, señores». Tengo una sobrina que lleva tres años estudiando cada día dieciséis horas para aprobar las oposiciones a la Judicatura, después de haber cumplido con brillantez la carrera de Derecho. Todavía no es juez, pero como opositora, estoy seguro de su estupor y sorpresa cuando ha leído que una cajera elevada a ministra por exigencias de su compañero de lecho le exige que se forme. El abogado de un violador condenado lo ha resumido con brillantez: «El mejor abogado defensor de mi cliente se llama Irene Montero». Irene Montero, su círculo de chaladas, y todos los miembros del Gobierno, empezando por el maniquí de Bali. Y en ese Gobierno hay magistrados, como Margarita Robles, Grande Marlasca –hoy, Marlaska–, y alguno más, que a partir de mañana, siguiendo la orden de la ignorante podemita, tendrán la obligación de estudiar y formarse mejor. Decenas de violadores han pedido revisar sus condenas, y once delincuentes, hasta el momento que escribo, han recuperado la libertad gracias a la rebaja de las penas de la ya vigente ley gamberra, que ha merecido la crítica negativa de todas las asociaciones de jueces, incluida Jueces para la Democracia, compuesta por magistrados y jueces cercanos o inmersos en el socialismo y el comunismo. Hasta el periódico afín al poder socialista, El País, se ha permitido la excepción de publicar un duro editorial contra la chapuza del Gobierno. Del Gobierno en su totalidad, de Irene Montero y sus trastornadas y mochales compañeras y de cuantos diputados y senadores emitieron su voto favorable en su momento. Diputados y senadores del PSOE, de Unidas Podemos, de ¡¡Ciudadanos!!, del sacristanón PNV, del separatista ERC, del proetarra EH Bildu, del fresco de Teruel Existe –aunque viva en Valencia–, y de Coalición Canaria, que siempre navega a favor de todos los vientos.

No se trata, pues, del gravísimo error de un pequeño coro de chaladas que ha desafinado. Se trata del gravísimo error de un orfeón, en el que todos sus componentes ha soltado un gallo, cuando ningún gallo figuraba en la partitura. La exigible y nada probable dimisión de la principal mentecata aliviaría el ambiente, pero no haría desaparecer el hedor pestilente que respiramos en España. Los únicos partidos políticos consecuentes con su apoyo a la ley de marras, son –además de Unidas Podemos– EH Bildu y ERC. Si los terroristas preferidos del primero, sus asesinos múltiples, están siendo perdonados por el Gobierno de España, y aliviadas sus condenas hasta la repulsión general, y los golpistas condenados del segundo se disponen a convertirse en ciudadanos ejemplares por organizar un golpe de Estado, es comprensible que voten a favor de abrir las cárceles y endulzar las condenas a pederastas, violadores y delincuentes sexuales.

Son ellos, el orfeón –¡¡¡Ciudadanos!!!–, los responsables de la ignominia, la infamia y la degeneración social de la ley recién estrenada.

Ya lo saben, señoras y señores jueces. A formarse.