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Ojo avizorJuan Van-Halen

La mona vestida de seda

Irene Montero no dimitirá porque ¿en qué trabajaría? Y no será cesada porque Sánchez no se atreve

Un viejo amigo decidor, zaragatero y mordaz sostiene que no hay que pensar en cómo llegó Irene Montero a ministra, que más o menos no es ningún misterio, que lo que no se explica es cómo llegó a cajera de supermercado. Desde los griegos a Tomás de Iriarte, pasando nada menos que por Erasmo, el refrán de la mona que no deja de serlo aunque se vista de seda, o de púrpura, tiene una larguísima trayectoria. Pues eso. Con cartera ministerial o sin ella la señora que se autoproclamó salvadora de la condición femenina no da para más. A toro pasado puede decirse lo que se quiera, pero lo que es no deja de ser. A esta evidencia ha dedicado un hermoso texto mi admirado Gabriel Albiac.

La segunda jerarca del Ministerio de Igual-dá, que se apellida Rodríguez, no ha trabajado nunca salvo en la política, y su biografía apunta que es filósofa y bisexual, ha aconsejado a los jueces que se formen mejor desde una petulancia digna de mejor causa. Ella y su jefa no necesitaron formación para parir una ley desafortunada, llena de trampas, que no tuvo en cuenta las advertencias del Consejo del Poder Judicial, del Consejo de Estado y del Consejo Fiscal entre otros organismos. Las defensoras de la mujer gracias a su ignorancia y a su prepotencia han abierto la puerta de las cárceles a los delincuentes sexuales que, como es sabido, son los más reincidentes.

El error va unido a la condición humana. Otra muestra del sabio Refranero: «El que tiene boca se equivoca». Pero la izquierda no acepta los errores propios. Su reacción es el desprecio, el reparto voluntarista de culpas, la descalificación de colectivos… Así enmascara sus errores. La asunción de fallos, pequeños o grandes, no figura entre los valores zurdos. Y ello se evidencia ante cualquier situación que a la izquierda se le tuerce. En esta ocasión a los podemitas se les ha ido demasiado el improperio. Considerar machista al colectivo de jueces, llamarles «fascistas con toga», acusarles de prevaricación… sólo se produce en esta España de Sánchez y sólo aquí queda sin respuesta adecuada en los tribunales. Otra innovación de este tiempo oscuro del que colectivamente tendremos que olvidarnos si rescatamos un día la normalidad. Y no soy optimista.

Explosionada la bomba de la chapuza jurídica llamada ley del «sólo sí es sí» los socialistas pugnan por asomar la cabeza tras ella con el menor daño posible. Tratan de hacernos olvidar que tres ministros socialistas del Gobierno: el entonces ministro de Justicia Campo, Marlaska e Iceta, los dos primeros magistrados y el tercero bailarín y poco más, fueron copartícipes en la redacción de la ley que llevó al Consejo de Ministros la entonces vicepresidenta Carmen Calvo y el Consejo aprobó. No está libre de culpa el socialismo en el desaguisado jurídico. Ni ninguno de los partidos que votó la ley en el Congreso. Sólo votaron en contra del bodrio PP y Vox. Ciudadanos, que ahora las pía por boca de esa triste superviviente que es Arrimadas, votó a favor. Supongo que ya no le queda pretexto tras el que esconderse. O sí. El sueldo es el sueldo.

Alrededor de esta ley se han producido ejemplos penosos de ignorancia jurídica. Desde un Patxi López asegurando que las nuevas sentencias se enmendarían, sin saber que la Justicia tiene como un principio in dubio pro reo, que podría traducirse: «Ante la duda, a favor del reo». Los reos no se verán perjudicados y cada día que pase habrá más sentencias revisadas a la baja de acuerdo con los mínimos planteados en la nueva ley parida por Irene Montero a la mayor gloria del disparate. Uno de los abogados que ya ha conseguido que su cliente, un condenado por delitos sexuales a menores, esté en la calle, definió a la ministra Montero como la mejor abogada de los violadores y otros condenados.

La mona vestida de seda sigue siendo mona porque los conocimientos, como la prudencia, no crecen por los nombramientos en el BOE. Irene Montero no dimitirá porque ¿en qué trabajaría? Y no será cesada porque Sánchez no se atreve. Y el presidente en Bali parece que en un baile de disfraces.