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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

La traición de Sánchez y el humo de Irene Montero

Alucinante que el día en que el PSOE deja desprotegida a España frente a futuros golpes separatistas solo se hable de dos faltadas a una insultadora profesional

Reconozcámoslo: nadie distorsiona la realidad con la maestría de la izquierda. Gran Operación Cortina de Humo. Sobreactuación histérica sobre los ataques a Irene Montero para camuflar el Superjueves de la Infamia, la nefasta jornada en que el PSOE convirtió en un picnic el dar un golpe de Estado separatista, pues era el pago acordado por Sánchez con Junqueras y Otegui.

¿Con qué abre el Telediario de TVE de las tres en el día en que se aprueban los Presupuestos a cambio de cepillarse la sedición al dictado de ERC y Bildu y de expulsar a la Guardia Civil de Navarra? Pues con diez minutos de chapa monográfica sobre los padecimientos insoportables de Irene María ante el hecho de una diputada de Vox y una concejal de Ciudadanos le han propinado sendos pellizcos dialécticos un poco macarras (a ella, que lleva un lustro insultando con saña y bilis a todo lo que queda a su derecha; a ella, que les respondió de inmediato con su faltada recurrente: «Fascistas»).

Las dos frases que han suscitado la polvareda amplificada por la izquierda son las siguientes:

-«Irene Montero está donde está porque la ha fecundado un macho alfa», pronunciada por una ignota concejala de Ciudadanos en Zaragoza.

-«Su único mérito es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias», pronunciada en el Congreso por una diputada de Vox.

En mi modesta y discutible opinión, el tono de ambas ha sido improcedente, demasiado tabernario para un cargo público. Pero de ahí a la que se ha armado…

Sánchez, con aire santurrón, se muestra muy apesadumbrado ante los abusos de «la derecha y la ultraderecha». «Ya basta», clama un contrito Pachi López. «Se han sobrepasado todas las líneas de la decencia», advierte el podemismo rasgándose las vestiduras. Hasta Rufián, el tipo que importó al Parlamento un tono que creíamos reservados al clásico makoki de discoteca arrabalera, se hace cruces espantado ante tanto incivismo.

Asens, presidente del grupo Parlamentario de Podemos, pide que «lo que ha ocurrido sea un punto y aparte». Pero acto seguido se sube a la tribuna y suelta que «la corrupción de la Monarquía corrompe nuestra democracia» (al parecer con el jefe del Estado no es necesario mostrar los mismos melindres que con Irene Montero). Por su parte, la súper víctima califica de «violencia política» lo que le han dicho.

Ni la concejala de Cs ni la diputada de Vox han acertado en su tono. Pero dicho esto, conviene recapitular algunas verdades:

1.-Podemos ha tenido el insulto como bandera desde que irrumpió y ha practicado además la violencia, con unos escraches que calificaba de «jarabe democrático» (recuérdense los acosos al domicilio de la vicepresidenta Santamaría con su hijo recién nacido dentro, o a González Pons y Cifuentes, entre muchos otros). Podemos ha boicoteado también por la fuerza en las facultades universitarias a conferenciantes opuestos a sus ideas.

2.-Pablo Iglesias acusó reiteradamente a Ana Botella en su día de haber llegado a la alcaldía de Madrid por ser la mujer de Aznar. Ahora se espanta cuando le repiten ese argumento a él.

3.-Podemos esgrime como queja que los ataques a Montero suponen «entrometerse en la vida privada». Si una ministra ha construido toda su carrera pública como defensora de una forma radical de feminismo, ¿no es un debate pertinente que se discuta sobre si se sirvió de la promoción de su pareja masculina para medrar en política?

4.-Por último, entremos en el fondo de la cuestión: ¿es cierto o falso que Irene Montero progresó hasta lo más alto de la política gracias a su relación amorosa con el por entonces líder de Podemos? Hasta conocer a Iglesias, ella era la hija de un empresario abulense de mudanzas, licenciada en Psicología, que había trabajado unos meses como cajera en un establecimiento de electrodomésticos. No tenía un oficio claro, salvo preparar una tesis doctoral que nunca completó.

Tras entrar Montero a trabajar en el gabinete de Iglesias en Podemos, el líder morado rompe con su pareja anterior, Tania Sánchez, y como consecuencia la relega al gallinero del Congreso. Acto seguido, la que empieza a prosperar como la espuma es su nueva pareja. La convierte en portavoz morada en la Cámara, para indignación de Errejón, que acabará dejando el partido, y más tarde da su nombre a Sánchez para que reciba una cartera ministerial. Se da así la situación única en la UE de una pareja que hace vida marital compartiendo asiento en el Consejo de Ministros. ¿Habría hecho tal carrera política Montero solo por sus méritos y currículo previos? ¿Lo habría logrado de no haberse cruzado su camino su relación romántica con Iglesias? La respuesta es evidente.

En resumen. Ayer ocurrió algo gravísimo, la supresión del delito de sedición, que como ha reconocido Junqueras ya abiertamente hará que en el próximo golpe independentista el «aparato antidemocrático del Estado» tenga «menos herramientas» para pararlo. Y de eso es de lo que deberíamos estar hablando, porque ahí es donde está en juego el futuro de España, no en que a una dirigente populista de comportamiento faltón le hayan respondido con su misma moneda.