El 28 de noviembre
«Siento proporcionarte el disgusto de esta separación, pero si todos debemos sufrir por la salvación de España y esta es la parte que me ha correspondido, benditos sean estos sufrimientos»
Pues sí. Insisto, porque puedo y porque quiero.
Las seis de la tarde. Don Pedro Muñoz-Seca termina de declarar ante un «tribunal popular» compuesto por forajidos socialistas y comunistas.
–Si reniegas de Dios y te comprometes a respetar la República, seremos generosos contigo.
–No puedo renegar de Dios y no puedo respetar un régimen de asesinos.
Las nueve de la noche. Don Pedro no ha cenado la porquería de turno. Se ha reunido en su celda con un padre agustino. Se confiesa. Sus compañeros de celda se preocupan por su silencio y tristeza. Es la primera vez desde el principio del cautiverio que don Pedro se esconde en sí mismo. A las 7 de la mañana, en un rincón, sentado sobre una silla y apoyado en una mesa, escribe su última carta a su mujer. Se la confía a Cayetano Luca de Tena, para que éste la entregue a un diplomático mexicano que de cuando en cuando aparece por la checa de San Antón para interesarse por la salud de los cautivos. Sus últimos párrafos.
«Nada tengo que encargarte para los niños. Sé, que todos ellos, imitándome, cumplirán siempre con su deber y serán para ti como yo he sido para con mis padres, un modelo… Esto es de lo único que puedo vanagloriarme.
Siento proporcionarte el disgusto de esta separación, pero si todos debemos sufrir por la salvación de España y esta es la parte que me ha correspondido, benditos sean estos sufrimientos.
Te escribo muy deprisa porque me ha cogido la marcha un poco de sorpresa.
Adiós, vida mía. Muchos besos a los niños, cariños para todos, y para ti, que siempre fuiste mi felicidad, todo el cariño de tu… Pedro.
28 de noviembre.
Como comprenderás, voy muy bien preparado y limpio de culpas».
A las nueve de la mañana se ordena reunir a los presos en el vestíbulo de salida. Los nombrados por el jefe miliciano se abrazan y despiden emocionados de sus compañeros. Ya han salido tres camiones con «prisioneros destinados a Valencia». Un trayecto extraño que pasa por Paracuellos del Jarama. A las 9:45, se oye su nombre. ¡Pedro Muñoz-Seca, al Rastrillo para marchar! Lo narra Julián Cortés- Cavanillas en su libro Sinfonía Heroica. Don Pedro, pálido, con una sonrisa forzada, manteniendo el tipo, se despide de los más cercanos. Dos milicianos se abalanzan sobre él y le quitan uno de los abrigos. –Adonde vas, no lo vas a necesitar–. Le quitan su reloj y la cartera, con un billete de 25 pesetas. El miliciano «Dinamita» ata sus manos con un hilo de bramante que hiere sus muñecas. Y con unas tijeras, le corta su espléndido y característico bigote dejándole dos moscas en el centro del labio superior. Carcajadas socialistas y comunistas. Es empujado a la trasera del cuarto camión.
A las 9:45 de la mañana, llega su camión a Paracuellos. Los que le antecedieron aquella mañana yacen muertos sobre un inmenso charco de sangre. Un miliciano generoso descubre que lleva al cuello una cadena y una medalla de la Virgen de los Milagros, Patrona del Puerto de Santa María. Se la quita, pero con disimulo la deposita en el bolsillo izquierdo de su chaqueta. Don Pedro le pide un cigarrillo. El miliciano se lo enciende y lo pone en su boca. Dos caladas y lo escupe. –Vamos, cuanto antes lo hagáis, mejor. Os perdono de corazón–. Se oyen rezos y llantos apagados. Don Pedro anima a sus compañeros de sacrificio. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España! La última sílaba no la pronuncia porque coincide con las balas que siegan su vida. Cae malherido. –Remata a éste, que sigue vivo–. El jefe del pelotón se aproxima y dispara contra su cabeza. Lo entierran junto a más de un centenar de inocentes asesinados esa misma mañana, entre ellos, dos niños, hijos de militares.
En sus Memorias, destaca una frase de Manuel Azaña, aquel perverso político y buen escritor. Memoria Histórica. «Franco no se sublevó contra la República. Se sublevó contra la chusma que se apoderó de ella».
La que hoy renace con la ETA y los nuevos Compmanys y Carrillos gobernando España.