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HorizonteRamón Pérez-Maura

Hoy ya no hay nada que celebrar

Todo lo más podemos conmemorar que en su día los españoles nos dimos una Constitución que fue un enorme éxito y representó el resultado más concreto de la Transición. Una Transición que fue admirada en el mundo entero y que ahora ponen en el disparadero porque son más listos y más progres que nadie

El día de la Constitución es una fecha que debería ser de celebración para todos los españoles, pero es evidente que ya no lo es. El intento de acabar con esta Constitución que tanta paz y progreso nos ha dado a todos durante los últimos 44 años es cada vez más evidente, aunque sus enemigos en el Gobierno de la nación no tengan el valor de decirlo abiertamente.

El gran mérito de 1978 fue conseguir un punto de encuentro en el que podían coincidir desde los comunistas, representados en la ponencia constitucional por el profesor Jordi Solé Tura, hasta los más conservadores cuya voz llevó Manuel Fraga Iribarne. La gran mayoría de los españoles, nada menos que 15,706,078 votaron afirmativamente frente a sólo 1,400,505 que votaron en contra. Entre los partidos que pidieron el voto negativo ya estaban entonces los hoy aliados del Gobierno como Esquerra Republicana, los etarras de Herri Batasuna o el Bloque, pero también otros de cuya compañía estos enemigos de España querrían huir como era el caso de Falange Española de las JONS.

En este proceso, como en tantos otros, la evolución siempre es que unos ceden territorio y otros lo ocupan. Había una derecha sociológica que estaba dispuesta a aceptar cambios como forma de alcanzar un consenso constitucional. Una derecha que estaba en la UCD de Adolfo Suárez y que en Alianza Popular representaba Manuel Fraga, enfrentado con otros inmovilistas de su propio partido que votaron no a la Constitución en el Congreso, como Gonzalo Fernández de la Mora o Federico Silva Muñoz. La base era que la Constitución fuese un punto de encuentro, un puerto de llegada. Y a la larga, como me temo que intuían gentes como las mencionadas en las filas de AP, se está demostrando que para la izquierda que nos gobierna, la Constitución sólo era una estación más en un recorrido que pretenden que desemboque en el fin de España como la entendemos hoy.

Todos sabemos que se están haciendo cambios constitucionales por la puerta de atrás. Y ahora para esta izquierda es imprescindible tomar el control del Tribunal Constitucional con dos magistrados salidos de la Moncloa y la Presidencia para Cándido Conde Pumpido para garantizar que todas las normas que violen el espíritu de nuestra carta magna sean validadas por un tribunal que va a hacer exactamente lo contrario de aquello para lo que fue creado: defender el cumplimiento de la Constitución. Laura Díez ya anunció que hay que reformar el artículo 149.1 que recoge las competencias exclusivas del Estado.

Es por esto por lo que creo que hoy no podemos celebrar nada. Todo lo más podemos conmemorar que en su día los españoles nos dimos una Constitución que fue un enorme éxito y representó el resultado más concreto de la Transición. Una Transición que fue admirada en el mundo entero y que ahora ponen en el disparadero porque son más listos y más progres que nadie.

PS Tras terminar de escribir mi artículo veo las declaraciones de Jorge Buxadé, portavoz de Vox, sobre la no participación de su partido en ninguna celebración institucional. Lo comprendo.

PPS Como no paramos de mejorar, leo en El Debate que el alcalde socialista de Parla ha quitado el nombre de Lope de Vega a unas antiguas escuelas de la localidad para darles el nombre Almudena Grandes. ¡Dónde vas a comparar! Y perdón por denunciar esto porque ya comprendo que me van a acusar de machista, misógino y cosas peores. Almudena Grandes está por encima de todo escritor imaginable, incluido el Fénix de los Ingenios, que además era sacerdote. Intolerable.