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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Pelea

La izquierda radical se despelleja en público en la mejor tradición comunista, con Sánchez de instigador de todo

Yoli Díaz sigue escuchando, que debe agotar mucho: en medio año no ha oído nada interesante, o si lo ha hecho no ha logrado metabolizarlo aún. Sigue en el proceso, sorprendente en cualquier ciudadano corriente e inédito, en un dirigente político que no padezca sordera: algo tan prosaico como poner la oreja y comprobar los alaridos es, para la vicepresidenta, un esfuerzo titánico.

La cursilada de «Sumar» es el eufemismo de matar, la tarea que en realidad marca toda la estrategia de la ministra de Trabajo, aupada por Pedro Sánchez, que ha usado a Podemos como una escort ocasional, primero cara y ahora barata.

Se trata, tirado el kleenex morado a la papelera, de recrear una muleta nueva para el PSOE, y Penélope Glamour es la elegida, tras una traición a sus primeros patrocinadores que evidencia su genoma comunista: ninguno se resiste a sacar el piolet contra la autoridad, por mucho que te manche el modelo de Givenchy vestido durante el crimen.

La obscena deslealtad de Díaz con Iglesias, de Sánchez con Podemos y de los Marqueses de Galapagar con todas sus bases les equipara a todos y hace difícil salvar a nadie de la quema; pero explica la jugada política del momento y las distintas reacciones hiperventiladas de cada uno.

Sánchez guarda aparente silencio, pero promociona a Díaz con todas sus energías, a través de El País, difusor en las últimas horas de un «barómetro» elaborado por la empresa de Belén Barreiros, a la sazón esposa de uno de los grandes asesores de la vicepresidenta, Ignacio Sánchez Cuenca: en ella le dan migajas a Podemos, 58 diputados a Díaz y la posibilidad de seguir en Moncloa a Pedro el Histórico; en un presagio que convierte a los del CIS en un ejemplo de deontología y solvencia.

Y Díaz, que ha enterrado a Podemos antes de matarlo, aspira con ello a la rendición de Iglesias, cuyos últimos movimientos indican que ese momento está lejos de llegar: el funeral precipitado va a lograr que Irene Montero sea candidata a la Presidencia y que las opciones de «Sumar» se reduzcan exponencialmente al mismo ritmo que las de propio Sánchez.

Porque Iglesias y Podemos son muchas cosas, pero no cobardes: la humillación a la que les someten su socio y su patrocinada es una invitación a una pelea que, según salgan las elecciones autonómicas y municipales de la próxima primavera, culminará con un ilustre cadáver en la cuneta.

El de Podemos, definitivamente, o el de Díaz. Y en ambos casos, con una cierta demora, el de Sánchez.

Pero lo sustantivo del asunto para quienes vemos en todo ese deterioro una feliz noticia es que retrata la catadura global del Gobierno en un tiempo donde hacían falta adultos rigurosos y solo padecemos a niñatos malcriados: se habla mucho de las funestas consecuencias de tener la Moncloa intervenida por Junqueras y Otegi; pero a ese bochorno hay que empezar a añadirle el espectáculo caníbal que protagonizan todas las «famiglias» de la izquierda.

Tan vergonzoso como previsible: si traicionan a España cada cinco minutos, ¿cómo no iban a hacerlo entre ellos por un puñado de dólares, unos metros de moqueta, un despacho calentito y unos vales para viajes con chófer? Que siga el espectáculo, pues, y viva Palestina.