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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Señor de Guarnizo

A Joaquín Leguina, socialista desde mucho antes que más de la mitad de los gorrones que hoy viven del pesebre público, le escandaliza como español el entreguismo del PSOE a los separatismos y al terrorismo etarra

Joaquín Leguina es de Guarnizo, pedanía de El Astillero, raíz de la familia Gento. Siempre fue un tío claro y rotundo. Cuando era presidente de la Comunidad de Madrid, el buen montañés anunció un exagerado aumento de los impuestos. Escribí un poema, en el que me refería a él como «Joaquinqui Leguina». El Gobierno de la Comunidad de Madrid decidió interponerme una querella criminal por esa tontería. Estaba escribiendo cuando recibí la llamada de Leguina. «Como comprenderás, he paralizado esa estúpida querella contra ti. Los que me rodean no tienen sentido del humor, son muy dogmáticos».

Años más tarde, un grupo de ladrones invadió mi casa. Lo que más duele no es la pérdida de los objetos de valor que roban, sino la sensación de violación del hogar propio. Se llevaron mis relojes, lo que tenía de oro y plata, y mi colección de plumas y de monedas. Había conseguido reunir más de quinientas plumas estilográficas. Me dejaron tres, que no consideraron interesantes. Una de ellas, la pluma con la que escribió mi abuelo, don Pedro Muñoz-Seca, La Venganza de Don Mendo, que a Dios gracias, conservo. Algunos días después recibí una carta con un paquete, y en el interior del paquete el estuche y una pluma Montblanc. Me la enviaba Joaquín Leguina. «Entiendo tu tristeza por perder tus plumas y lo lamento profundamente. Acepta esta pluma como la primera de tu nueva colección. Un abrazo, Joaquín Leguina».

Se me antoja una cursilería semántica recurrir a la figura del «verso suelto». Un verso suelto siempre estropea el poema. El poema va por un lado y el verso por el otro. Se dijo de Alberto Ruiz-Gallardón, de Cayetana Álvarez de Toledo y de Isabel Díaz Ayuso. Versos sueltos del PP. No. Nada de versos sueltos. Voces y pensamientos libres que no aceptaron la obligada voz de su amo, que es el partido. Joaquín Leguina tampoco fue un verso suelto del PSOE. Fue y es, un socialista libre que defiende la independencia intelectual y la libertad de opinión y expresión.

Leguina no acepta, como socialista, que su partido se haya convertido en el ariete de la destrucción de España, gobernando con los estalinistas de Podemos, los comunistas, y manteniéndose en el poder con los etarras y filoetarras de Bildu, los golpistas separatistas de ERC y los de Puigdemont, los valencianos catalanistas de Compromís, y demás ralea antiespañola. Y lo ha denunciado siempre con la misma contundencia. Por asistir junto a Nicolás Redondo Terreros a un acto convocado por Isabel Díaz Ayuso, su sucesora en la presidencia de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina ha sido expulsado del PSOE. Formidable expulsión. Un español rotundo, montañés orgulloso, culto, buen escritor, madrileño adoptado y adoptivo, sincero y amante de España, no tiene lugar ni sitio en el PSOE de hoy. Que Leguina forme parte del mismo partido que Sánchez, Bolaños, Zaragoza y Simancas, es una extravagancia. Y lo mismo se puede decir de Lambán, Page o Vara, los tres de la «Yenka», izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás, un, dos, tres, cómplices de la destrucción en contra de sus ideas.

A Joaquín Leguina, socialista desde mucho antes que más de la mitad de los gorrones que hoy viven del pesebre público, le escandaliza como español el entreguismo del PSOE a los separatismos y al terrorismo etarra, hoy ensalzado por sus herederos y aplaudido por Sánchez y su interminable retahíla de traidores a la Corona, la Constitución, la unidad de España, la libertad, el respeto a los poderes independientes de todo sistema democrático, el perdón a los sediciosos y los malversadores de dinero público y al abuso incontinente en una nación inmersa en la ruina, de lujos y derroches inimaginables. Joaquín Leguina es un socialista demócrata, no un aspirante que aspira a pertenecer a un nuevo Frente Popular. Un socialista libre no tiene hueco en el PSOE de hoy.

Dios te guarde, señor de Guarnizo.