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El puntalAntonio Jiménez

El Jefe de la banda

Dejó escrito Tayllerand y popularizó entre nosotros «Guerrita», el «II Califa del toreo», que «lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible». Era imposible que un equipo mediocre y muy bisoño como el que llevó a Qatar Luis Enrique pasara de Octavos, como es imposible que Sánchez, desatado en una pulsión egoísta y sin límites del poder por el poder, recupere la dignidad perdida con sus constantes claudicaciones ante los que buscan la destrucción de España y el exigible sentido de Estado a un presidente del Gobierno. Abandonemos toda esperanza en esa posibilidad por su parte, ni en que alguien, dentro del PSOE, repruebe con contundencia su entreguismo, suicida para España, a los anticonstitucionalistas.

Ningún dirigente actual o histórico le ha propinado algo más que un pellizquito de monja. Los barones socialistas, como ha evidenciado Lambán, son más proclives a desdecirse y humillarse, cuando les reconvienen desde Ferraz o Moncloa, por expresar la verdad que a mantenerla con honra. Definitivamente el «Partido Sanchista» ha laminado y purgado al PSOE histórico. Sánchez no sólo es el jefe de su partido, es también el jefe de la banda de los que quieren liquidar España y no creen en la economía de mercado, como lo definió con precisión de entomólogo y una visión profética digna de Nostradamus, Albert Rivera .

Las palabras del entonces líder de Ciudadanos desde la tribuna del Congreso, rechazando la investidura de Sánchez, han cobrado rabiosa actualidad por la crudeza con la que aventuró todo lo que está ocurriendo. Sánchez, efectivamente, tenía un plan y una banda integrada por los independentistas de ERC, Bildu y los populistas de Podemos con los que negoció en la habitación del pánico, así la definió Rivera, una hoja de ruta para perpetuarse en el poder y criminalizar a los rivales políticos; crujir a impuestos a los ciudadanos e indultar a los golpistas .

Rivera descubrió el plan de Sánchez al igual que la madre de Joseba Pagazaurtundúa profetizó muchos años antes el contubernio de los socialistas con los herederos de ETA con aquella frase premonitoria dirigida a Patxi López: «Haréis cosas que nos helarán la sangre».

Ya no es sólo la hoja de ruta de Podemos, ERC y Bildu, sino el plan concebido y liderado por Sánchez para mantenerse en el poder modificando el Código Penal en beneficio de políticos delincuentes. Sánchez legisla para que los golpistas sediciosos vuelvan a la vida política activa y los corruptos malversadores de dinero público que lo roban para el partido o para financiar golpes de estado no ingresen en prisión o les salga a cuenta por lo ridículo de la condena. Y el siguiente paso pactado y asumido por el jefe de la banda a cambio de seguir en la Moncloa es el referéndum que un Tribunal Constitucional a la medida de sus intereses políticos autorizará sin duda. Lo ha descrito Joaquín Leguina con la misma crudeza que Rivera años antes: «Si los socios de Sánchez atracan un banco, quitará los atracos del Código Penal». Por muy exagerado que parezca, Sánchez ha conseguido que una «boutade» de ese calibren resulte creíble.

Es el mismo jefe de la banda, impostor, sin principios ni escrúpulos, que en una campaña electoral confesó a Susana Griso que había que «confiar en él por que soy una persona honesta que hace lo que dice. Que quiere por encima de otra cosa a su país. Que he demostrado el interés general al interés particular y porque soy una persona de fuertes convicciones». ¿Alguien duda ya que Sánchez es muy capaz de encaramarse a un trampolín, hacerse pis en todos nosotros y decir que llueve?

No hay duda de que el jefe de la banda ha emprendido una deriva totalitaria incompatible con la democracia como evidencia su desprecio a los órganos consultivos del Estado, ignorados en la carrera exprés que ha emprendido para aprobar, antes de que concluya el año, todas las propuestas legislativas, incluidas las que doblegan al Poder Judicial, que benefician a los independentistas mientras debilitan y desarman al propio Estado en un nuevo golpe contra la justicia y la división de poderes. No, no es tampoco una locura afirmar que con Sánchez al frente de la banda totalitaria de «podemitas», independentistas y «bilduetarras» que conforman el entramado Frankenstein, la libertad y la democracia están más amenazadas que nunca desde la Transición y que harán todo lo posible por no dejar el poder. Como dice Paco Vázquez, España se está «venezualizando». Avisados estamos.