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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

«No habrá consulta» (risas en off)

El PSOE tampoco iba a aliarse con los separatistas, ni con Bildu, ni indultar a los golpistas, ni perdonar la sedición y la malversación...

Tranquilidad general. Por favor, que nadie se inquiete lo más mínimo por el buen futuro de España y su unidad. Los mandatarios del Partido Socialista Obrero Español y de su filial catalana, el siempre leal PSC, han salido a garantizar muy formalmente que jamás se permitirá una consulta de autodeterminación en Cataluña. Hasta Félix Bolaños, fontanero en jefe de Sánchez, lo ha negado muy tajantemente. Aporta un gran sosiego, pues sabido es que Bolaños nunca miente («es absolutamente falso que se hayan rebajado las penas en la malversación», afirmó en su frase más gloriosa de esta semana).

El PSOE es fiable, serio y sincero. En enero de 2018, solo cinco meses antes de encamarse con ERC para echar a Rajoy, la cúpula de Ferraz recalcó muy formalmente por boca de Ábalos que jamás llegarían al poder aliados con los separatistas. El PSOE y Sánchez prometieron hasta el hartazgo que con Bildu, jamás (hoy el partido de la banda que asesinó de manera crudelísima a varios socialistas ha sido elevado ya a socio preferente). Sánchez nos aseguró que con Podemos, jamás (gobierna en coalición con ellos). Sánchez dijo que traería a Puigdemont de una oreja y endurecería la ley contra los separatistas (pero les ha regalado por exigencia de Junqueras los indultos, la eliminación del delito de sedición y una rebaja del de malversación hecha a la medida de ERC).

Si el PSOE garantiza que no habrá un referéndum independentista, así será (que suenen las risas en off, como en las viejas comedias de situación).

El guion está a la vista para quien quiera verlo. Si Sánchez gana las decisivas elecciones del año que viene nos encontraremos, más o menos, con el siguiente futuro:

El Parlamento catalán aprobará un nuevo Estatuto de Autonomía, claramente inconstitucional, pero que será visado sin problemas por un TC previamente asaltado por Sánchez para que lo mangoneen sus peones (que son también los de Junqueras). Ese flamante «Estatut de la desinflamación y la desjudicialización» establecerá que la máxima instancia judicial en Cataluña no serán ya el Supremo y el TC, sino el Tribunal Superior catalán. Aprobada esa maniobra, el Gobierno separatista, posiblemente gobernado ya por un doblemente amnistiado Junqueras, lanzará una suerte de referéndum de autodeterminación, organizado por las autoridades separatistas catalanas y al que se dará un nombre eufemístico para disimular un poco. Esa consulta no podrá ser frenada judicialmente desde el Estado, pues la última instancia judicial será ya la catalana y estará bien acogotada por el poder nacionalista. Dado que esta nueva fiesta del «derecho a decidir» la organizará Junqueras, el independentismo ganará por goleada, por supuesto.

Nacerá así el Estado Asociado de Catalunya, que a la vuelta de un lustro se convertirá ya en un país plenamente soberano. Por supuesto, se activará inmediatamente la espoleta para una consulta de unión de Navarra y el País Vasco. Y una vez bien casadas ambas regiones, y recibida la bendición de Otegi, se procederá a otra amable consulta, esta vez sobre la autodeterminación de la nueva y flamante Euskal Herria.

España se quedará convertida en un guiñapo.

¿No se lo creen? Pues allá ustedes. Tampoco nadie se habría creído en 2012 todo lo que ha hecho Sánchez en estos últimos cuatro años. O que veríamos al PSOE, presunto «partido de Estado», llamando al TC «tribunal golpista», como ocurrió ayer, con los socialistas liderando a comunistas y separatistas en lo que en realidad es ya una revuelta institucional.

Vivimos un momento muy grave. La tremenda tangana político-judicial que estamos viendo es la liza decisiva entre un Parlamento dominado por el nuevo Frente Popular y un TC que trata de salvaguardar el orden constitucional antes de que Sánchez convierta a ese tribunal en otro apéndice del PSOE. Lo cual está a punto de ocurrir.

¿Queremos que España siga existiendo o no? Tal es la cuestión que debemos plantearnos todos los españoles. Eso es lo que está en juego.