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GaleanaEdurne Uriarte

El triunfal asalto independentista

Este es el punto de inflexión que marca un cambio histórico en nuestra democracia, con el alineamiento del PSOE con la extrema izquierda independentista

El jueves fue un día histórico para el independentismo. No sólo sometió a los diputados socialistas a sus exigencias de impunidad para los golpistas condenados, sino que impuso en el Congreso de los Diputados su discurso sobre Cataluña y sobre nuestras instituciones. Nunca el nacionalismo había llegado tan lejos en la deslegitimación de nuestra democracia y en la imposición de sus tesis. Y es que el tradicional problema del exceso de influencia de los nacionalistas en los sucesivos Gobiernos de España se ha quedado pequeño al lado de lo que acaba de ocurrir.

Y no solo porque no es lo mismo el viejo CIU que ERC, ni el PNV que Bildu, por mucho que unos y otros alimenten y sostengan a los sectores más ultras del nacionalismo. Sobre todo, porque jamás llegó un partido nacional y de Estado, el PSOE, a esto: a pactar con golpistas condenados una reforma del Código Penal para concederles impunidad, y hacerlo asumiendo el discurso de esos golpistas sobre lo sucedido en Cataluña en 2017 y sobre su visión de nuestro Estado de derecho y nuestro sistema autonómico. El PSOE ha sometido a nuestra democracia a los dictados de Oriol Junqueras, el líder de la extrema izquierda independentista condenado por sedición y malversación.

De lo ocurrido el jueves en el Congreso, no solo es gravísimo lo aprobado por la izquierda y los nacionalistas. Lo es de la misma manera la justificación utilizada por todos ellos, y, sobre todo, el hecho de que el discurso del PSOE coincidiera plenamente con el de ERC y el de Unidas Podemos. Rufián acusó a la justicia y a la derecha de golpismo y los comparó con el golpe de Estado de Tejero, y Jaume Asens hizo lo mismo en nombre de la extrema izquierda. Hasta ahí, fue más de lo mismo de estos casi 50 años de democracia, la repetida alianza de la extrema izquierda y el nacionalismo que ha atacado una y otra vez la Transición y nuestras instituciones. Pero llegó el PSOE de la mano de Felipe Sicilia e hizo un discurso aún más radical que Podemos y con la misma acusación de golpismo contra los jueces y contra la derecha, replicado después por Pedro Sánchez desde Bruselas.

Este es el punto de inflexión que marca un cambio histórico en nuestra democracia, con el alineamiento del PSOE con la extrema izquierda independentista. Y es que, incluso con la deriva de Zapatero, el PSOE había mantenido unas líneas rojas, que se reflejaron en su condena del golpe de 2017 y el apoyo al Gobierno de Rajoy en la aplicación del 155. Pedro Sánchez ha acabado con ese PSOE, se ha entregado al independentismo, y ha legitimado su discurso de que el golpe de 2017 fue expresión de un conflicto político que debe ser negociado entre el Estado y los partidos independentistas catalanes, y que el problema está en las limitaciones de la democracia española, y no en el extremismo antidemocrático de los independentistas. Esto es lo que el PSOE de Sánchez ha culminado el jueves.

Y todo por la ambición personal sin escrúpulos de Pedro Sánchez, que ha sido capaz de someter a todo el Partido Socialista. Al menos a sus diputados. ¿También a sus votantes? Eso es lo que a partir de ahora está por ver.