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HorizonteRamón Pérez-Maura

El Rey, palafrenero de Sánchez

Quienes dicen que el Tribunal Constitucional no puede frenar al Poder Legislativo deberían argumentar por qué ese Tribunal no podría impedir la aprobación de la pena de muerte si una mayoría absoluta de la cámara la aprobase

Este lunes por la mañana el Tribunal Constitucional debatía sobre la admisión a trámite del recurso de amparo del Partido Popular que suspendería la tramitación parlamentaria de las enmiendas con las que el Gobierno quiere reformar el sistema de elección de los dos candidatos al TC que debe nombrar el Consejo General del Poder Judicial. Mientras tanto, el Rey se fue a inaugurar la línea de AVE Madrid-Murcia con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la ministra de Transportes, Raquel Sánchez y el presidente de Murcia, Fernando López Miras.

Cuando el Rey y sus acompañantes entraron en la estación y avanzaron por el andén a saludar a la comitiva que esperaba, encabezada por el secretario de Estado de Infraestructuras, el primero en estrechar la mano de quien allí lideraba al equipo fue el presidente del Gobierno, seguido de la ministra de Transportes y, en tercer lugar, el Rey seguido del presidente de Murcia, el único que supo ocupar su lugar. El Rey claramente estaba allí para ensalzar la presencia de Sánchez, para el que Don Felipe parecía actuar como el palafrenero. Y que alguno de los cientos de asesores de Sánchez, de quien no está probado que haya leído nunca un libro, le ilustre sobre lo que es un palafrenero.

Un notable patrocinador de los Premios Princesa de Asturias me decía ayer en un mensaje que «no veas las imágenes del Rey saludando en la inauguración del AVE a Murcia… Porque es muy alto, porque si no, parece un extra. Saludó el último, iba detrás de Sánchez y de la ministra. Hace todo lo posible por humillar al Rey para contentar a los bolivarianos y a los separatistas.» Mi amigo concluía diciendo que «esto es lo que han votado los socialistas, así que no se quejen». Pero ahí, discrepo. La realidad es que nada de esto lo ha votado nadie. Sánchez, como el mayor de los déspotas, está aplicando políticas que no salen de la legitimidad de las urnas. Son políticas decididas unilateralmente sin que nadie las haya elegido. Y en ese proceso está opacando al Rey. Yo denunciaba esto aquí el pasado domingo en mi columna «Que no hable el Rey, por favor» en la que animaba a que Don Felipe no pronuncie su discurso el 24 de diciembre si no es totalmente libre para decir lo que él crea que debe decir. Me alegró recibir a primera hora de la mañana de su publicación un mensaje de un compadre del Rey diciéndome que estaba totalmente de acuerdo con mi tesis. A ese mensaje siguió una catarata de ellos, como puede verse en los comentarios a mi columna. Afortunadamente estaba lejos de haber unanimidad, pero había una clara mayoría en defensa de mi tesis.

En la hora en que escribo estas líneas, pende de un hilo el que el poder Judicial pueda frenar una violación flagrante del poder Ejecutivo y Legislativo. Quienes dicen que el Tribunal Constitucional no puede frenar al poder Legislativo deberían argumentar por qué ese Tribunal no podría impedir la aprobación de la pena de muerte si una mayoría absoluta de la cámara la aprobase. Sería exactamente igual que el caso presente: el TC exigiendo al Parlamento que cumpla la Constitución. ¿Eso es un golpe de Estado? ¿Eso es el 23F? Hace falta ser mendaces para defender esa tesis. Y que no nos digan que eso no va a ocurrir. Tampoco era imaginable la supresión de la sedición ni la de la malversación y en esas estamos. No intenten negar una Verdad, máxime cuando es evidente.

PD: Las razones por las que el Rey fue relegado a la condición de palafrenero han sido conocidas a posteriori. Su Majestad se negó a aceptar la petición que le hizo Sánchez en la estación para que se pronunciase públicamente en favor de las reformas que promueve el Gobierno social-comunista. Y el Rey se negó, así que Sánchez le mostró la espalda. Más allá de la intolerable actitud de Sánchez, hay otra conclusión relevante. Cómo tiene que estar ya la relación entre el Monarca y el jefe de su Gobierno para que una petición de esa relevancia se la tenga que hacer Sánchez por el pasillo de una estación de tren. ¿Sigue Sánchez despachando semanalmente con el Rey e informándole de la actividad del Gobierno?