Golpista golpeado
Compartir ida y vuelta Madrid-Murcia-Madrid sentado al lado de quien sueña con arrebatarle la Corona, sin perder el aplomo y menos la educación, le concede al Rey un crédito más que amplio
El golpista golpeado por la ley intentó que el Rey se manifestara públicamente a favor de su plan de eliminar la independencia del Poder Judicial. El Rey se negó a hacerlo por su papel arbitral. El yerno de las saunas estalló en un ataque de cólera. La presión que el saunero y sus bolaños y simancas –sinónimos que propongo a la RAE de cobistas y pelotilleros– ejercieron contra los magistrados del Tribunal Constitucional no dio resultados positivos. Los comunistas y los estalinistas de Podemos también fracasaron. El plan judicial de Sánchez fue tumbado por el Tribunal Constitucional. Mientras los magistrados debatían, el hijo político de las saunas gay embarcaba con el Rey en el AVE que inauguraba el trayecto de alta velocidad a Murcia. Un AVE más lento que el caballo del forajido en las películas del oeste americano. Madrid y Murcia están separadas por 400 kilómetros, como Madrid y Córdoba. De Madrid a Córdoba –y al revés– el AVE cubre el trayecto en 90 minutos, en tanto que para llegar a Murcia necesita de 160 minutos. A Sánchez se le notaba la tensión. Saludó al Rey, y decidió con su chulería psicopática que el rey del andén iba a ser él. Adelantó al Rey, y embarcó en el parsimonioso AVE antes que el Rey. Ese breve reinado de andén calmó su quebranto. Ya en Murcia, el Rey de España fue recibido con ovaciones y el rey del andén con bronca y gritos exigiéndole su dimisión. Sus miradas al Rey, empeoradas por una sonrisa falsa, no tranquilizaron el ambiente. Sus pelotas, es decir, sus muchos bolaños y simancas, le habían asegurado que tenían controlado al Tribunal Constitucional, pero las últimas noticias le desaconsejaron el optimismo. Si le fallaba el plan, se desmoronaba su golpe de Estado contra la Constitución y la Corona. Sánchez soñaba con saltar de rey hortera de andén a Rey de España, y se le desencuadernó el primer paso de sus ambiciones. Hay que reconocer que compartir ida y vuelta Madrid-Murcia-Madrid sentado al lado de quien sueña con arrebatarle la Corona, sin perder el aplomo y menos la educación, le concede al Rey un crédito más que amplio. Me informan que su llegada a la Moncloa, después del viajecito, fue de órdago. Gritos, puñetazos en la mesa, bronca a la niñas, y abrazo lacrimoso con la fallida Reina Begoña, gran conocedora de Marruecos.
En mi caso particular, me limito a reconocer que hacía tiempo que no me divertía tanto leyendo los «tuits» de los golpistas del PSOE, Izquierda Unida, Podemos, y demás bazofia de los extrarradios patrios. No salían de su asombro y de su ira. A Echenique, que amenazó con desobedecer al Tribunal Constitucional, apenas se le entendía. Se le abrevió, aún más, la boca. Y todos hablaban de la «soberanía popular», como si estuviéramos en la España republicana de Largo Caballero. En nuestra Constitución de 1978, la soberanía que impera es la nacional, y bueno sería que alguno de ellos se afanara en leerla y consultarla. Honda consternación en los medios afines al saunero, que son casi todos. Y un buen sueño. Una noche de relajamiento, en espera de un próximo ataque a la Constitución mal medido. Cuando surge la grieta, nace la posibilidad del derribo, y el rey del andén, puedo asegurarlo, no durmió bien recién llegado de Murcia.
Cualquier barbaridad se espera para mañana. El grosero Peter Saunas se la ha llevado puesta. Pero es tan obcecado que volverá por otra.
Viva España, viva el Rey y viva la Constitución de nuestra libertad. Me felicito por mi ingenioso final de artículo.