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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Las dos Españas

Sánchez se ha salido con la suya y España ya vive con una zanja inmensa que la parte en bandos enfrentados sin necesidad

Va a terminar el año con España en el lugar exacto que Sánchez ha buscado desde que llegara a la Presidencia como una plaga de Egipto y acabara siendo las diez juntas, con todo pingando de piojos y mosquitos y a nada de sumergirnos en las tinieblas.

Al inicio probó a dividir en dos a la sociedad con el comodín de Franco, pero solo coló en esa minoría de memoria selectiva que considera imprescindible recordar a Queipo de Llano y olvidar a Txapote: del dictador se acuerdan quienes ven en Sánchez a un Largo Caballero con más éxito y menos escrúpulos, así que no prosperó del todo el relato guerracivilista, pero sí sus consecuencias.

Porque los dos bandos han renacido, aunque de una manera distinta a la buscada inicialmente por tanto partisano de saldo que pretende ser una especie de maquis con chófer: a las barricadas un rato, pero a las mariscadas siempre.

Ahora son el dinero y la identidad nacional las dos herramientas divisorias de Sánchez, que ha apostado definitivamente por Frankenstein para ganarse la eternidad y busca un país partido en dos mitades en el que la suya, hecha a retales, sea algo mayor que la otra: su coalición de intereses, con los mismos afectos que los de una escort con su cliente, se compone ya en exclusiva de pobres y separatistas, lo que le obliga a intentar que crezcan ambos nichos electorales.

Y eso lo está logrando, excavando una zanja cada día más profunda que parta en dos a la sociedad como el iceberg lo hizo con el Titanic: a un lado los que pagan y al otro los que cobran; al este y al norte los separatistas y al oeste y al sur los unionistas; con frentes activos en cada batalla que perfile las lealtades inquebrantables a cada bando sin pensar demasiado.

La lluvia de millones aprobada en el Consejo de Ministros es una limosna que devuelve un tercio del exceso recaudado con la inflación, convirtiendo así el resultado de un robo en una herramienta clientelar: Sánchez gastará 10.000 de los 33.000 millones que ha confiscado de más, y se los gastará exclusivamente en quienes cree más sencillo de convencer de que, a cambio, le den su voto. Es el PER 2.0, una versión sofisticada del proceder que eternizó en Andalucía el socialismo y la miseria.

Y las palabras navideñas de Pere Aragonés, anunciando un próximo referéndum, confirman el otro ingrediente de la alianza sanchista, que le daría al corto plazo el poder a Sánchez y, al medio o largo, la independencia a Cataluña y al País Vasco.

La apuesta por la pobreza nace de la certeza de que solo los pobres votarían a Sánchez, como la sumisión ante el separatismo atiende a la evidencia de que solo puede continuar en Moncloa por ellos.

Y todo se concreta en el BOE, convertido definitivamente en el diario de los horrores: allí se publican atracos a mano armada como la derogación de la sedición y la malversación, con obscenas mentiras escritas; o trucos de magia trilera para lograr que el vulnerable se sienta en deuda; o reformas ilegales para que las víctimas se sientan verdugos y protesten menos por el bucle de abusos que define a un Gobierno insaciable.

Las dos Españas han vuelto, pues. Y si se impone la de Sánchez, no sobrevivirá ninguna. Es El hundimiento, aunque esta crónica no suceda en Alemania.