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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Muertas, muertos y muertes

Fue ascender a Bibiana y 2010 batió todos los récord en asesinadas por violencia machista, marca que va a superarse este ejercicio

Que haya más de una decena de asesinatos por violencia de género este mes de diciembre, al que le quedan dos días para dar fin a un año que termina con el escalofriante récord de cuarenta y nueve crímenes, que cuatro de esas atrocidades se hayan producido en menos de 24 horas, no es culpa mía, ni de usted que lee estas líneas, ni siquiera del Gobierno, aunque digan en Igualdad que es un fracaso de todos. A mí, señora Rodríguez Pam, secretaria de Estado de Igualdad, no me enfangue en su insolvencia. Primero usted y su troupe dictan quiénes entran en el paraíso feminista regado con 573 millones de euros públicos, luego se gastan el manso en propaganda ideologizada criminalizando a todos los hombres (salvo los que se declaren de sexo contrario), sin considerar que la mayoría de ellos nos quieren, protegen y respetan mucho más que ustedes, para finalmente sindicalizar la culpa cuando las bestias que matan a sus compañeras de vida no atienden a su propaganda huera e ineficiente.

A mí no trate de embaucarme con su estulticia, ni me involucren en su pelea con Marlaska o Margarita Robles. Porque era evidente que este gravísimo lastre no se arregla regando con el dinero de los contribuyentes su industria de la Igualdad plagada de chiringuitos y supuestos expertos en violencia de género, generosamente pensionados. Bastaba con tener algo en la cabeza que no fuera sectarismo y odio para saber que este problema es muy profundo y solo puede acercarse a una solución con educación en valores, compromiso pedagógico de los que de verdad saben, y leyes severas, teléfonos de ayuda como el 016, rigor judicial y algunas de esas normas felizmente incluidas en la vigente Ley Integral contra la Violencia de Género, votada por derecha e izquierda.

Como todos los populistas, manosean las tragedias humanas, encharcan de ideología las causas, despilfarran dinero entre los amiguetes y cuando los problemas no solo no se solucionan, sino que se agravan, echan la culpa al empedrado, donde estamos los demás. Exactamente lo que ocurrió con la ley del 'solo sí es sí'. Las de Igualdad han convocado la Conferencia Sectorial, el comité de crisis, el Observatorio, las Unidades de Violencia de Género y hasta a las camareras del café de abajo del Ministerio. Ha dicho Pam que hay que mejorar la relación interinstitucional. Sostiene la iluminada secretaria de Estado que «disfrutamos», que la escalofriante cifra de este año no es admisible, porque este es el Gobierno de las sonrisas, el Gobierno feminista, el Gobierno de la gente.

En 2008 Zapatero inauguró este delirio feminista: creó el Ministerio de Igualdad. Desde entonces a las españolas no nos han igualado con nadie salvo con los hombres en datos de desempleo, falta de conciliación laboral, precariedad como autónomas, nulas ayudas a la familia y a la natalidad y, a última hora, nos han hermanado como víctimas inocentes de los violadores que salen a la calle gracias a Irene y Pam. Al frente de ese engendro de Ministerio costosísimo y manifiestamente inútil puso ZP a Bibiana Aído, marcando una cota que nos desigualaba a las mujeres en lo más bajo. Hasta entonces las mejores habían sido ministras y con Bibi comprendimos que la anécdota podía convertirse en categoría, la indigencia intelectual en excelencia y el desharrapado en prócer. Hasta llegar a Irene.

Fue ascender a Bibiana y 2010 batió todos los récord en asesinadas por violencia machista, marca que va a superarse este ejercicio. Un Ministerio, un presupuesto multimillonario, una parafernalia administrativa que solo sirvió para que los monstruos que matan a sus mujeres pisotearan nuestra dignidad como país civilizado. Salió Aído a la palestra entonces para mostrarse «enormemente preocupada». Nadie de la derecha dirigió el dedo acusador contra la frívola ministra y su insustancial presidente, en el entendimiento de que una ministra o un presidente no son responsables de las pulsiones asesinas de unos criminales. Sobra conjeturar lo que hubiera hecho Zapatero si el Gobierno de Rajoy hubiera arrojado esas fúnebres estadísticas.

Ahora se repite el cuento. Decenas de mujeres muertas, niños asesinados, otros menores testigos de la vesania, órdenes de alejamiento incumplidas, como la víctima de ayer en Vallecas, hechos de los que solo son responsables sus asesinos y ningún Gobierno, pero que colocan un espejo cóncavo frente a la impostura de estas feministas. Y ellas, mientras tanto, silban mirando al techo, pío pío que yo no he sido, convocan reuniones, comités, observatorios y encargan tartas para la jefa, ministra feminista por vía conyugal. Desolador.