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El puntalAntonio Jiménez

«CorruPSOE» en Valencia

Dependerá de los valencianos y de la vara de medir que vayan a utilizar en las urnas. Si son coherentes con la que le aplicaron al PP en las anteriores autonómicas, las posibilidades de Puig de repetir serán mínimas

El caso «Azud», como viene informando El Debate, es un escándalo de corrupción de libro en el que convergen ingredientes tan comunes como la presunta financiación ilegal del PSOE valenciano, el cobro de comisiones millonarias a cambio de adjudicaciones urbanísticas antes y durante la etapa de Ximo Puig al frente de la Generalitat, y hasta una caja «B» para dopar las campañas electorales de Carmen Alborch, Joan Ignasi Pla y María Teresa Fernández De la Vega, de la que Rajoy advirtió de su existencia al exministro valenciano, José Luis Ábalos, sin que este se diera por aludido.

Por mucho menos, Sánchez instrumentalizó, con la inestimable ayuda de un juez sectario y de parte, una sentencia de la «Gürtel» para presentar la moción de censura que expulsó a Mariano Rajoy de la Moncloa.

Albert Rivera le preguntó a Sánchez desde la tribuna del Congreso si dimitiría tras una sentencia condenatoria a dos expresidentes del PSOE por el caso de los ERE, como así ha resultado, y Sánchez escuchó la pregunta, sin responderla, con el desdén de quien oye llover durante una prolongada borrasca.

La izquierda, en esto de la corrupción también, siempre ha ejercido una supuesta superioridad moral para ocultar, maquillar o relativizar sus desmanes políticos y económicos frente a los de la derecha. Y en eso Sánchez, por más promesas que hizo de regeneración devenidas en flagrantes mentiras, no iba a ser distinto a otros dirigentes socialistas y comunistas.

Algo parecido ocurre en el ámbito de los medios de comunicación afectos a la izquierda, especializados en expender para los demás carnés de ética periodística, profesionalidad y honestidad, hasta que la realidad desnuda su hipocresía y queda al descubierto su propia deshonestidad informativa desde el instante en que silencian, como hacen con este escándalo de corrupción del PSOE, los casos que perjudican a las formaciones de izquierda.

Rita Barberá dejó la alcaldía de Valencia y falleció durante una brutal campaña política y mediática orquestada por los que hoy gobiernan el Ayuntamiento de Valencia y la comunidad con el eufemístico título de Pacto del Botánico y que no es otra cosa que toda la izquierda valenciana, socialistas, nacionalistas de Compromís y Podemos, unidos contra el PP.

Rita Barberá no pudo conocer en vida el archivo de la causa por la que fue obligada a dejar la alcaldía; una menudencia de 500 euros por concejal entregados al partido para ayudar a financiar la campaña de las municipales y que el tribunal archivó al no poder demostrarse el origen ilícito de ese dinero. Una nimiedad en contraste con el caso «Azud».

Paco Camps también dejó la presidencia valenciana tras obtener una mayoría absoluta en las urnas en 2011, víctima de un linchamiento político y periodístico jamás sufrido antes y después por un dirigente en España. Detrás de esa ofensiva política, animada a diario por sus medios afectos, estuvieron Puig, Oltra, Baldoví y demás políticos de la izquierda valenciana que hoy están procesados e investigados por encubrir los abusos sexuales a una menor tutelada por la propia Generalitat; por favorecer desde la presidencia a un hermano con subvenciones y ayudas públicas, y por financiación ilegal de partido. Paco Camps abandonó la política por causas que hoy están archivadas o quedó absuelto, como el caso de los trajes, al que El País dedicó más de 100 portadas.

Ninguno de los medios que distinguieron con decenas de portadas y horas de televisión diarias en sus espacios informativos las denuncias contra Camps y Rita Barberá, en una ofensiva sin precedentes para sacar a un partido del poder, han dedicado sus portadas al caso «Azud» o informado sobre el mismo algo más que unos minutos.

Este caso, junto al de nepotismo que protagoniza Francis Puig, favorecido por su hermano desde la presidencia y el escándalo de la exvicepresidenta Oltra que tendrá que responder ante un tribunal por encubrir a su exmarido de abusos sexuales a una menor, debería bastar para que Ximo Puig, el azote de Camps como mullidor de las denuncias archivadas, no consiguiera la reelección en las elecciones del próximo mayo. Dependerá de los valencianos y de la vara de medir que vayan a utilizar en las urnas. Si son coherentes con la que le aplicaron al PP en las anteriores autonómicas, las posibilidades de Puig de repetir serán mínimas.