La desazón del lector
La vida es el río que pasa y los periódicos tratamos de contar un poquito de ese caudal enorme
Javier Goma, filósofo y una de las mentes preclaras de nuestro país, escribía ayer una reflexión acerca del ejercicio del columnismo. Mantiene Goma que «un problema del columnismo periodístico es que sus autores aplican su poderosa inteligencia a los asuntos de la actualidad política, que no dan para el pensamiento. A causa de esta asimetría, el lector acaba sintiendo una cierta desazón». Comparto la reflexión de Javier y por eso en muchas ocasiones he tratado de alejarme de actividad procelosa y prosaica en que se ha convertido la política en España, lejos de la noble tarea que debería ser. Esa meditación me acompañó en la tarde de ayer mientras navegaba por los distintos contenidos de El Debate. Me detuve en el magnífico informe de fin de año que ha hecho la redacción y especialmente en el vídeo de apenas cuatro minutos que recoge al notable número de personajes públicos que nos han dicho adiós en este año que termina. Entonces, inevitablemente, volví a tratar de reinterpretar el juicio o advertencia que Goma nos hacía a los periodistas, quienes nadamos en la superficialidad y solo manejamos fragmentos de la vida, que nosotros llamamos actualidad.
La vida es el río que pasa y los periódicos tratamos de contar un poquito de ese caudal enorme que, sin embargo, pese a su tamaño se reduce a la incomprensible contradicción de nacer para morir. Y no se queda nadie. Este se fue, aquel se fue y todos, todos se irán, nos iremos. No sé si es por la edad o por el duelo que me asaltó al ver el vídeo o porque los senderos de mi existencia empiezan ya a estar surcados por gente mucho más joven que yo… por alguna razón veo más cerca la fragilidad del ser humano. Fuimos unos fanfarrones durante unos años: no habría guerras, en España esto nunca pasará, desaparecerían los dictadores, la ciencia nos hará eternos… Poco o casi nada conocemos de nuestro mundo y de nuestra existencia. Solo cabe caminar por ella con buen ánimo, el que le deseo al amigo lector que durante todo este año nos ha acompañado. Permítame que de manera simbólica le mire a los ojos y nos ayudemos mutuamente a borrarnos la tristeza de nuestra mirada, esa melancolía que tal vez sea hija de la incomprensión de la actualidad política o, mucho peor, de la incapacidad trágica de no saber muy bien lo qué hacemos aquí.