Lo nunca visto
No me gusta reconocerlo, pero en estos casos y ante tanto sinsentido, la pregunta más relevante, la única que ayuda a encontrar la verdad, es cuestionarse a quién beneficia todo lo sucedido en Brasilia el 8 de enero de 2023
Quizá no lo recuerden, pero ocurrió en aquellos tiempos en que nos parecía imposible empeorar y en que en España estaba gobernando José Luis Rodríguez Zapatero. Los problemas con la valla de Melilla eran constantes y los saltos por parte de inmigrantes se sucedían, un día sí y otro también. Entonces ocurrió en España algo que nunca se había visto en ningún país que tuviese un grave problema de inmigración. Se cambió la legislación y con la nueva reglamentación, se adoptaron unas medidas tan favorables para los inmigrantes ilegales, que de un día para otro, los que violaban la frontera y saltaban las vallas, en lugar de intentar confundirse entre la población y que la Policía no pudiese identificarlos, pasaron a ir corriendo desde el punto en que saltaban la valla hasta la comisaría de Policía más próxima. El que violaba la frontera se sentía más seguro en el cuartel de la Policía que antaño los detenía, que corriendo por la calle en dirección contraria. Lo nunca visto.
En el extraño «golpe de Estado» que se ha vivido este pasado domingo en Brasilia, ha ocurrido algo similar. Todo es muy raro. Los que han dado el «golpe» llevaban semanas acampados allí sin que nadie les echara ni dijese nada. ¿Realmente era incapaz la Policía o la inteligencia brasileña de infiltrar a alguien entre los acampados para enterarse por adelantado de que preparaban el asalto sobre los tres más importantes edificios institucionales del país? Eso no diría mucho de las capacidades del Estado brasileño.
Pero lo más sorprendente frente a la teoría del golpe de Estado ha sido ver los numerosos manifestantes que tras el asalto de las instituciones fueron a plantarse ante cuarteles militares a pedir la intervención del Ejército. Como en Melilla, el mundo al revés. En lugar de ir los militares a controlar a la población civil, en este «golpe» iban los civiles a pedir a los militares que les quitaran el poder y lo asumieran ellos. Una vez más, lo nunca visto.
Lo ocurrido en Brasil el 8 de enero es muy extraño. Es evidente que hubo un intento de insurrección en contra del poder establecido. Es igualmente extraño que justo en ese día y hora el presidente Lula da Silva estuviera fuera de la capital en una ignota localidad a las afueras de Sao Paulo. A mí me parece extremadamente sospechoso. Decía ayer en estas páginas que hace falta ser imbéciles para montar un asalto así, con las instituciones vacías y el presidente fuera de la capital. ¿Qué podían conseguir aparte de salir en la tele? No me gusta reconocerlo, pero en estos casos y ante tanto sinsentido, la pregunta más relevante, la única que ayuda a encontrar la verdad, es cuestionarse a quién beneficia todo lo sucedido en Brasilia el 8 de enero de 2023. ¿A Jair Bolsonaro? Ciertamente no. Que alguien me diga en qué le ha favorecido o podría haberle servido este acto suicida de rebelión. ¿A Luis Ignacio Lula da Silva? Sin duda sí. No encuentro nada que pudiera salir mal para él frente a unos pocos miles de desarrapados armados on palos. Ni petardos llevaban. Un golpe de chichinabo.