Gloria al héroe
Si el héroe provincial de Cataluña decide retornar a España aprovechando el regalo de Sánchez, y tiene que ser detenido y llevado ante la Justicia por otros delitos tipificados en el Codiguillo Penal, que lo haga en carroza y saludando al gentío
Me ha impresionado sobremanera la audaz declaración grabada del bizarro, épico e indomable héroe provincial de Cataluña, Carlos Puigdemont. Me descubro ante don Carlos, el arrojado gerundense. «No volveré esposado ni rendido ante un juez español». Toma ya. Era de esperar una afirmación de similar bravura, pero sus palabras han roto el techo de la heroicidad. Le han llamado de todo, desde «caganer» a gallina del maletero. Es muy fácil adulterar la ejemplaridad dándole la vuelta a la tortilla. Montar una rebelión violenta, proclamar en Cataluña una República financiada por los contribuyentes españoles y rusos, desdecirse de la proclamación republicana siete segundos más tarde de la proclamación, y escapar de la malvada Justicia española en el maletero de un coche rumbo a Waterloo, no lo hace cualquiera. Más aún, cuando el coche ya estaba identificado por la Guardia Civil, y se recibió la orden de Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría de no detenerlo y permitir que superara la frontera de España con Francia. Prueben ustedes –yo no me atrevo–, a introducirse en el maletero de un coche de gama media, quedarse a oscuras, verse obligado a doblar las piernas para acoplar el cuerpo a la reducida capacidad de tan abreviado espacio, y soportar de esa guisa más de cincuenta kilómetros de huida de nadie, porque nadie le perseguía. Ya en Francia, y a pesar de la popularidad que gozaba en la nación vecina, el coche se detuvo y el héroe de Gerona –Gerona porque escribo en español–, abandonó el maletero, se acomodó en el asiento posterior, y pasó sin dificultades la férrea frontera de Francia con Bélgica dando la cara y sin acuclillarse cuando el coche pasó por el puesto fronterizo con un solo gendarme de servicio. Lo de Aníbal con los elefantes tuvo mérito, pero los héroes fueron los elefantes, no Aníbal. Lo de Puigdemont supera, incluso, a la fuga por los Alpes de la familia Trapp, del austriaco baron Von Trapp, con su mujer y sus niños, mientras cantaban el «Do,Re, Mi» perseguidos por cien mil soldados nazis bastante tontos, que al final, así les fue.
El problema es que Sánchez le ha regalado la libertad, y nuestro héroe de Gerona no se fía. El perverso magistrado del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, ha retirado de acuerdo con la nueva ley la acusación de sedición del titán del maletero, pero mantiene su procesamiento por malversación y desobediencia. Por lógica, si el campeador gerundense retornara a España, no sería acusado de rebelde ni sedicioso, pero sí de malversador y desobediente, lo que conllevaría su traslado y posterior comparecencia ante el juez, probablemente rendido y esposado. Y así no se trata a los héroes. El almirante Vernon, derrotado por Blas de Lezo y cautivo en Cartagena de Indias, en gratitud por la caballerosidad y trato que recibió en prisión de su vencedor, regaló a Blas de Lezo un juego de preciosas pistolas que hoy se exhiben en el Museo Naval de Madrid donadas por el marqués de Tabalosos, descendiente directo del gran héroe de Pasajes, y cuyas réplicas también se muestran en el Museo Naval de Cartagena de Indias por generosidad de Ramón Pérez-Maura.
Mi propuesta es la que sigue. Si el héroe provincial de Cataluña decide retornar a España aprovechando el regalo de Sánchez, y tiene que ser detenido y llevado ante la Justicia por otros delitos tipificados en el Codiguillo Penal, que lo haga en carroza y saludando al gentío. A los héroes catalanes hay que tratarlos como lo que son. Pero ha quedado claro y diáfano, que Puigdemont no cumplirá su retorno hasta que no obtenga de Sánchez la promesa firme de no ser detenido ni esposado. A los que hay que detener y esposar es a todos aquellos que digan, escriban o simplemente piensen, que huir en un maletero y aparentar la misma valentía que una gallina son acciones de cobardía y estercolamientos persistentes.
Un héroe es lo que es. Y cuidadito, que me estoy enfadando.