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Unas líneasEduardo de Rivas

Sánchez ya sabe lo que viene

Lambán hoy perdería las elecciones y lo que ocurre en Aragón tiende a extrapolarse a nivel nacional. Si Lambán acaba cayendo, Sánchez tiene muchas papeletas para salir de Moncloa

El pueblo español votará dos veces este año. Eso como mínimo, porque ya sabemos cómo somos los españoles a la hora de votar, que de acuerdo no nos ponemos precisamente y hay que sacar otra vez las urnas. Sánchez lo sabe, sabe que este año se juega seguir o no en Moncloa y que esta vez no podrá tirar de los independentistas para que le echen un cable. Tendrá que ser el electorado al que ha traicionado en estos cuatro años el que le vuelva a respaldar.

Difícil cometido será ese para el presidente del Gobierno, que convocará las generales en función del éxito que tenga en las autonómicas y municipales de mayo. Quedan cuatro meses para la primera llamada a las urnas y ya se percibe en el ambiente que el PSOE recibirá un duro varapalo; y no por culpa del partido sino de Sánchez. El pueblo quiere castigar al que pacta con independentistas y ataca a la Constitución, no al que gobierna en Huesca, en Huelva o en Toledo, pero al final pagan justos por pecadores. O, en este caso, justos por un pecador.

El éxito de la manifestación del sábado en Madrid fue la demostración de que el año se le puede hacer largo a Sánchez. Tiene que cambiar muchas cosas si quiere seguir durmiendo en el colchón de Moncloa y si pretende, además, mantener el Gobierno en algunas comunidades. En Aragón, por ejemplo, lo tendrá difícil, como deja clara la encuesta que publicamos en El Debate.

Lambán, que no es precisamente el mayor defensor de la gestión de Sánchez, solo consigue retener a siete de cada diez que le votaron en 2019 y perdería las elecciones contra el popular Jorge Azcón, hoy alcalde de Zaragoza, que podría gobernar con el apoyo de Vox y del PAR. Aragón es una pieza clave de la partida de ajedrez que forma la política española porque lo que ocurre allí tiende a extrapolarse a nivel nacional. Si Lambán acaba cayendo, Sánchez tiene muchas papeletas para salir de Moncloa, aunque por evitarlo sea capaz de pactar hasta con los ratoncitos que se cuelan cada noche en la cocina del Palacio.