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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Pedro Almodóvar Feroz

Estos son los fragmentos del discurso que llevaba preparado el cineasta pero por alguna razón se le olvidaron

Pedro Almodóvar subió al escenario donde se entregaban los premios Feroz, en el auditorio Pilar Bardem de La Habana, y dejó a todos helados. Algo le habían notado su hermano Carlos y Antonio de la Torre, pero para el resto fue una sorpresa su contundente discurso, con Pedro Sánchez en la primera fila y Yolanda Díaz y Miquel Iceta a su vera, llegados todos en un vuelo sostenible del Falcon con el visto bueno de Greta Thunberg.

Todos esperaban un alegato similar al de Elisa, la valiente estudiante de la Universidad Complutense que puso en su sitio a Ayuso y homenajeó de paso a Demóstenes con su bella oratoria, pero el director de «Todo sobre mi mapache» tenía otros planes.

«Quiero agradecer este premio y lamentar que no me lo dieran en 2020, pero el confinamiento inconstitucional del Gobierno impidió que se celebrara la gala. Aprovecho que el presidente no dimitió por encerrar a 45 millones de españoles ilegalmente para instarle a hacerlo ahora: nadie ha hecho nunca algo tan grave como privar a todo un país de sus derechos constitucionales. Y nadie lo ha hecho, señor presidente, provocando además la peor ruina de Europa y una de las cinco mayores mortalidades del mundo».

«Mi conciencia me impide callarme el escandaloso contraste entre cómo ha tratado este Gobierno a los golpistas, a los etarras o a los violadores y cómo lo ha hecho a los españolitos de a pie: a los primeros les ha soltado, cuando debían estar encerrados; y a los segundos les ha encerrado, cuando debían ser libres. Y además nade de eso sirvió para evitar 100.000 muertes, tantas de ellas tan anónimas y olvidadas como las de esas cunetas que ustedes utilizan para hacernos creer que Franco sigue vivo».

La cara de Sánchez, acostumbrado a encuentros espontáneos con jubilados de Coslada afiliados al PSOE y amigas de su madre escogidas al azar, se contrajo en ese momento como el esfínter de Luis Aragonés en el contacto con el pelo de una gamba, pero aguantó la sonrisa forzada esperando que Almodóvar volviera a ser Almodóvar en cualquier momento.

«También quiero decirle, tocayo, que las consecuencias de aquel encierro ilegal todavía las estamos pagando, por mucho Tezanos de su partido que haya nombrado para maquillar las estadísticas como yo a Rossi de Palma en «Irenes al borde de un ataque de nervios». Mire, España perdió más del 11% de su PIB y no lo recuperaremos hasta 2024, mucho más tarde y peor que el resto de Europa. El crecimiento del que ustedes presumen solo es consecuencia de que perdimos más que nadie y no nos da para alcanzarles. Y cuando lo hagamos, tendremos 350.000 millones de euros más de deuda y seguiremos con el peor paro de Europa».

En ese momento Yolanda Díaz se levantó, simulando una llamada de los líderes sindicales para cerrar la próxima subida del SMI a los yihadistas a tiempo parcial, pero el cineasta se dirigió a ella con un bramido y tuvo que aguantar de pie, demudada, su ración de «La hiel que habito».

«Señora vicepresidenta, tiene usted que dejar de mentir con el desempleo. Llamar ocupados a parados por obligar a sus empresas a hacerlos fijos discontinuos, aunque luego ni cobren un salario ni un subsidio, puede valerle a usted para presumir de cifras falsas, pero no les sirve a las familias españolas. El riesgo de pobreza y de pobreza severa afecta ya al 32% de los españoles y nadie, en toda Europa, ha visto hundirse su renta tanto como nosotros: 1.700 euros más pobres cada uno, por solo 400 nuestros vecinos».

En ese momento, Sánchez ya no pudo más y se levantó de su asiento alegando que tenía una partida de petanca, con Yolanda Díaz esperando en el pasillo y dudando si se sumaba al presidente para hacer un frente amplio o mantenía el proceso de escucha a Almodóvar.

«No se vaya, presidente, que no he terminado. Usted ha subido 50 veces los impuestos, impone un esfuerzo fiscal mayor que el de Alemania con la mitad de su renta y, con la inflación, ha recaudado 33.000 millones de más, para luego repartir pagas absurdas y cartillas de racionamiento. ¿Por qué no dejan de insultar a las empresas, escuchan a los autónomos y a las pymes, prescinden de derrochar miles de millones en chiringuitos y dejan de mentir diciendo que todo es para la sanidad y la educación públicas?».

En ese instante, Iceta se desplomó en el suelo sin su frasco de sales a mano, a Díaz se le corrió el rímel y se le hizo una carrera en las medias y Sánchez exigió a los presentes que le ayudaran a detener a Almodóvar por franquista, pero el director de «Irene, Yoli, Ione y otras chicas del montón» tenía un último mensaje guardado:

«Y por favor, dejen de jugar el partido de vuelta de la Guerra Civil, que fue hace 85 años. Nuestros padres y abuelos hicieron la Transición y apostaron por la convivencia. Si queda algo pendiente, háganlo entre todos. Es absurdo luchar contra fantasmas del pasado cuando tantos monstruos reales del presente nos hacen la vida imposible».

Nada de esto pasó, Ayuso fue la única protagonista de las diatribas de Almodóvar que conoce muy bien el estado de la sanidad pública madrileña pese a ser usuario de la privada. Pero qué bonito hubiera sido que un artista de la ficción hubiera hecho, por una vez, un poquito de neorrealismo. En España y en Panamá.