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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Pablo Iglesias se marcha de España

La única duda es si España existirá cuando el Pequeño Nicolás estalinista haga el petate y amenace con su visita a otro pobre país

Pablo Iglesias ha anunciado, con la solemnidad de quien se cree un Alfonso XIII en chanclas exiliándose a Roma, que si algún día gobierna Vox en España, él tendrá que marcharse.

No parece haber tortas en Occidente por acoger al Pequeño Nicolás estalinista, pero no le faltarán sentinas ideológicas donde asentar su trasero soviético en el Caribe, Irán o Rusia, donde además podrá comprobar y sufrir en primera persona las consecuencias de las políticas que sus chicas de oro ya aplican en España.

El individuo, que comenzó asaltando los cielos y ahora presenta podcast en un viaje hacia la nada similar al de su partido, chapotea desesperado en las ondas buscando no ahogarse, consciente de que todo su proyecto político está, entre los puntapiés de Pedro Sánchez y los desprecios de Yolanda Díaz, a punto de irse a pique.

Podemos necesitaba un país pobre, intervenido y liberticida para prosperar y perdurar y, cuando lo ha logrado, ve con desesperación cómo el beneficio de esa política kamikaze se lo están apuntado Pedro y Yoli, que son dos killers con colonia cara, sonrisa forzada y un juego de dagas al cinto.

Porque ambos le deben el puesto a Iglesias y ambos, quizá por ello, se han conjurado para devolverle el favor por el curioso procedimiento de asesinarlo.

No es Vox, Pablito, quien te pone mirando a Caracas lejos de España, sino los dos tipos que te deben el cargo y ahora quieren a Podemos con el tamaño mínimo, el imprescindible para que a Frankenstein no le falte el píloro, que es el puesto que os han reservado en la coalición de miembros desmembrados que fue, es y será Sánchez ya para siempre, un monstruo a retales de Bildu, ERC y todos los desechos del Parlamento.

De España, mientras, se van los empresarios, los autónomos, las pequeñas pymes, los comerciantes y los currantes por cuenta ajena; sometidos a una asfixia sin precedente por una banda de Atilas que no deja crecer la hierba allá por donde pasa pero luego pinta de verde el erial, con el Tezanos de turno, para que aquello parezca césped.

La siguiente víctima de la tanatoestética del Gobierno, que maquilla cadáveres para simular una vida inexistente, es el IPC, sometido ya a la misma operación de manipulación que el CIS o el paro: como los precios reales son una barbaridad, que provocan a los españoles la mayor pérdida de poder adquisitivo y de renta real de Europa, han cambiado la manera de calcularlos, haciendo una media con productos y servicios de menor peso en el consumo cotidiano de los ciudadanos y reduciendo, en el cálculo, los que sí son relevantes.

Los precios bajan porque el Gobierno los calcula tomando por referencia el transporte, que en su modalidad pública es casi gratuito y en la privada en retroceso; pero reduce la relevancia de los alimentos, que son de consumo diario, para alcanzar la misma conclusión falsa que con el paro: todo es más caro y el desempleo es una epidemia, pero la magia contable de Sánchez le permite vender un éxito inexistente que solo ven quienes viven de su cuento.

Que Pablo Iglesias se marchara de España no sería un problema, salvo para el pobrecillo que lo acoja. La cuestión es si, al paso que vamos, existirá un país del que marcharse cuando toda esta tropa termine la mayor demolición de un país occidental que se recuerda en medio siglo. Por mucho perfume barato que le echen, aquí ya huele a vertedero.