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HorizonteRamón Pérez-Maura

Revilla en el despeñadero –y no por los trenes

Revilla, el héroe de la pantortilla (además de la anchoa), anunció que le había sacado un AVE a Reinosa a José Blanco cuando aquel era ministro de Fomento. Blanco está desaparecido, el AVE ni está ni se le espera y Revilla sigue actuando como un caudillo que no tiene por qué rendir cuentas

La historia de los trenes regionales que FEVE debía proporcionar en su área de funcionamiento y, destacadamente en Cantabria, es un disparate difícil de igualar en ninguna administración de España. Que ni los gobiernos de las comunidades autónomas afectadas, ni el Gobierno de la nación, ni ADIF, ni FEVE hayan sido capaces de identificar la responsabilidad del error es increíble. ¿De verdad no hay un responsable con cara y ojos? ¿O es que éste está en un escalafón tan alto que hay que procurar encubrirle? Han pasado cinco días desde que saltó la noticia. Pero supongo que antes de que la conociéramos todos los españoles, los responsables de la picia, los capos de las entidades gubernamentales y las empresas estatales mencionadas dos frases más arriba, ya se habrían dado cuenta del disparate cometido con los trenes que no entran en los túneles. Y guardan silencio.

La marginación ferroviaria de mi tierra montañesa es paradigmática. Creo que equiparable a la de Extremadura. Si no superior. Yo he sido muy poco usuario de FEVE porque sólo utilizaba el tren en la línea Santander-Madrid. Mi madre era una entusiasta del coche cama y esa era su forma preferida para viajar entre las dos ciudades. Durante años, cuando mis cuatro hermanos y yo viajábamos entre la capital de la nación y la capital de La Montaña –todavía no se había inventado lo de Cantabria– tomábamos una cabina con seis literas y dormíamos ahí con la persona que nos acompañaba. Al principio nos parecía un gran plan. Al paso de los años, bastante menos. Con el tiempo el coche cama desapareció –mi madre tomó el del último día que circuló– y los trenes entre Santander y Madrid fueron degenerando y rompiéndose un día sí y otro también. Revilla, el héroe de la pantortilla (además de la anchoa), anunció que le había sacado un AVE a Reinosa a José Blanco cuando aquel era ministro de Fomento. Blanco está desaparecido, el AVE ni está ni se le espera y Revilla sigue actuando como un caudillo que no tiene por qué rendir cuentas. El pasado sábado el economista, filósofo y profesor de la Universidad Europea del Atlántico, Juan Luis Fernández, publicaba un artículo en El Diario Montañés que es de lo más demoledor que yo he leído sobre la gestión de Revilla. Y sobre esa materia hay más literatura que sobre la muerte de Manolete en Linares.

Explica Fernández que «el pasado enero, el aumento interanual del empleo en Cantabria fue del 0,68 por ciento, en comparación con el 2,31 por ciento nacional. Solo evolucionaron peor que nosotros Asturias, Castilla-La Mancha y Extremadura. Este dato es muy preocupante y voy a intentar explicar por qué. En primer lugar, desde junio de 2021 la intensidad de creación de empleo en nuestra región ha quedado constantemente por debajo de la de España. Pronto cumpliremos dos años completos, poscovid, ofreciendo menos oportunidades a nuestra población. Esto no se entiende, ya que la flexibilidad presupuestaria (no hay techo de déficit desde 2020), la aportación de fondos extraordinarios nacionales y europeos y dos años de inyecciones descomunales de liquidez y nulos tipos de interés por parte del Banco Central Europeo deberían haberse notado, en una comunidad tan pequeña, en una creación de trabajo muy superior. Keynes ha sido desaprovechado. En segundo lugar, esa caída por debajo del 1 por ciento anual consolida nuestra bajada pronunciada desde la primavera del año pasado. Si seguimos así llegaremos a 0 por ciento y se habrá frenado el empleo. Y en tercer lugar, esto significa que, una vez descontada la sacudida sísmica de la covid, Cantabria vuelve a su tónica anterior: su crecimiento interanual del empleo había sido, absolutamente todos los meses sin excepción, inferior a la media de España entre junio de 2015 y diciembre de 2019. Son 55 meses seguidos: no hay casualidades, sino causalidades.»

Ante unos datos tan apabullantes sobre la marcha económica de Cantabria bajo Miguel Ángel Revilla, mi mujer me insiste una y otra vez en que el problema es que los cántabros le votan. Y, como es evidente, yo no tengo más respuesta que recordar que a Jesús Gil le votaron masivamente como alcalde de Marbella y otras localidades que ganó su partido. Antes de dejarlas sumidas en la ruina y la corrupción. Y ahora, sobre los datos de la gestión económica de Cantabria de este personaje, aparece una prueba incuestionable de pésima gestión. Yo no usaré los trenes regionales, pero la denuncia sobre su estado es un clamor. Y nadie se ha ocupado en el Gobierno de Revilla de supervisar su renovación acelerada. Habrá que esperar otros tres años más. Y Revilla con el sobao y la anchoa. Y la pantortilla de Reinosa a donde no llegará el AVE.