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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Irene, lo que sea menos volver al Saturn

A pesar de sus aspavientos, Montero y compañía tragarán con lo que sea, porque jamás había soñado con el coche oficial, los escoltas y esas nóminas

En los departamentos de Historia del futuro habrá tortas por ocuparse de la etapa de España que va de 2018 a 2023, porque el entretenimiento está garantizado. Asistimos a portentos que desconocíamos:

Un populista mediocre, vapuleado en las elecciones generales con solo 85 escaños, se encarama al poder mediante una alianza impensable con los golpistas catalanes y monta una coalición con los populistas-comunistas de Podemos (fumándose todas sus promesas). Fruto de la debilidad de ese presidente, una tropa de chavales de ramalazo antisistema y analfabetos funcionales en gestión se ven súbitamente apalancados en el poder, con una representación incongruente con su apoyo electoral.

Entre los agraciados en la BS (Bonoloto Sánchez) figura una tal Irene María Montero. Licenciada en Psicología, enredó con un amago de tesis doctoral tras acabar la carrera y trabajó unos meses en la caja de un Saturn, una cadena de electrodomésticos más tarde engullida por Media Markt. Ahí acaba su currículo… Hasta que entra en el gabinete del jefe de Podemos. Se lían y comienza entonces su imparable despegue político. La sublimación digital de su pareja masculina la convierte en diputada con solo 27 años; más tarde, en portavoz parlamentaria; y finalmente, en ministra por el cupo morado. Se llega incluso a la feliz circunstancia de tener en el consejo de ministros a un vicepresidente que se sienta junto a la madre de sus tres churumbeles.

A la ministra le patina bastante la pinza. Enseguida convierte su departamento en una pandi de coleguitas, que comparten un feminismo flipado, extravagantes teorías sexuales y opíparos sueldos del Estado (que dado sus exiguos méritos jamás percibirían en el mundo privado). ¡Todo es superguay! De los escraches y la camiseta hemos pasado al coche oficial, los escoltas, las cortes de asesores y un sueldo de 80.000 euros para Irene y de 119.000 para Pam.

Los problemas comienzan cuando Sánchez tolera que la tropa de iluminadas se ponga a legislar. Presentan una ley para proteger a las mujeres de los violadores y abusadores, la famosa norma del 'solo sí es sí'. Los juristas se aburren de avisarlas de que lo que están haciendo es una majadería, que van a acabar premiando a los delincuentes sexuales. Pero Irene y Pam son más listas, más feministas y más progresistas que nadie. Así que ni puñetero caso. Sánchez, el presidente más débil de nuestra democracia, da por buena esa ley disparatada, e incluso proclama que será imitada en todo el orbe. Resultado: rebajas de penas para más de 400 delincuentes que han agredido a mujeres, todo por cortesía de un Gobierno que se declara «feminista» hasta el empacho.

Final de la historia:

Entre las gracias a los violadores y el «que te vote chapote», que ha calado, en Ferraz y la Moncloa constatan espantados una bajada en moto en las encuestas. Esos sondeos le ponen los pelos de punta a Mi Persona, que ordena reformar la ley de las chifladas de Igualdad para intentar salvar su ombligo, se avenga o no Podemos. Irene y su tropilla, muy dignas, dicen que nones, fingen indignación… Pero por supuesto aclaran que «la coalición no se romperá».

Es muy duro volver a la caja del Saturn cuando te has acostumbrado a las prebendas del poder, la dacha de Galapagar, los focos de la tele y la adulación de tus pelotilleras y pelotilleros. No se despegará del Gobierno ni con agua hirviendo. Sabe que jamás se volverá a ver en otra como esta. Y otro tanto le ocurre al gran Peter.

(PD: Mientras tanto, la lucha continúa. Ione Belarra declara la guerra el sujetador, invento opresor, instrumento de «violencia» contra las mujeres. Parece un astracán de Monty Python, pero son quienes nos gobiernan).