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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El ministro que llegó gordito

Como buen anfitrión a cargo del gasto de los gorrones, el ministro Iceta probó todas las delicias del aperitivo, de tal modo que habiendo llegado simplemente gordito, abandonó el festolín como una peonza

No seguí, como es mi costumbre, la gala de los gorrones. He leído cosas emocionantes. Que habló el amigo de Otegui y empleado de Atresmedia, Jordi Évole, que no tiene nada que ver con el cine, para arremeter contra Isabel Ayuso –¿Por qué es tan temida y odiada por la ultraizquierda?–, y que nadie se acordó de recordarle a Irene Montero, allí presente, los 500 casos de violadores, proxenetas, pedófilos y delincuentes sexuales beneficiados por su Ley. Lógico, por otra parte, porque esos detalles se pactan a gusto del paganini, el ministerio de Cultura, y los gorrones del cine son muy obedientes. Llegó el ministro gordito, se alineó con las autoridades, besó a Pedro Sánchez, –doble beso mejillero que no labial–, y dio comienzo la horterada, a la que también asistió encantado el futuro socio de Sánchez, Alberto Núñez Feijóo, de acuerdo a los deseos de Cuca Gamarra. La gala, según me informan, mantuvo su tradicional tostón sesgado, y al finalizar, se les ofreció un ligero aperitivo a costa del bolsillo de los contribuyentes que no fuimos invitados, es decir, del bolsillo de 25.000.000 de españoles. Eso sí, un aperitivo frugal, sostenible, transversal, impactante, sinérgico y LGTBI, como la Agenda 2030 manda. Me informan que, como buen anfitrión a cargo del gasto de los gorrones, el ministro Iceta probó todas las delicias del aperitivo, de tal modo que habiendo llegado simplemente gordito, abandonó el festolín como una peonza. La carta de aperitivos, insisto, se caracterizó por su frugalidad y sencillez casi sindical, y algunos invitados tuvieron que ser atendidos por su impulsivo frenesí durante la degustación.

Aperitivos fríos

Jamón Ibérico 959 «consorcio de Jabugo»
Quesos andaluces
Paté de Perdiz de Campo (muy criticado por los animalistas)
Gildas
Crudites de Hummus (antaño cruditos o cruditas)
Niguiris de Salmón. (Ni puñetera idea de qué constan los niguiris)
Crepes de Pimientos Caramelizados
Tosta de Bacalao y Salmorejo
Hojaldrito caramelizado con foie y uvas (los animalistas, molestos, si bien fueron los que más y con mayor ansiedad los consumieron)
Niguiri de atún de Almadraba

Aperitivo completo, con crudites, crepes, hojaldritos y niguiris. Pero esta gente come una barbaridad, y a los aperitivos frios sucedieron los

Aperitivos calientes

Muletillas de Rabo de Toro y Membrillo (los animalistas se forraron)
Pastela de Pollo (en honor a Irene Montero se le dotó al pastel el género femenino. Solo al pastel, porque Pastela de Polla podía dar lugar a chanzas y cabriolas semánticas)
Empanada de Lomo y Chéddar
Flauta de Morcilla de Caldero. (Muy importante el detalle del caldero. La Flauta de Morcilla a secas, sienta muy mal. Muy elogiada esta Flauta por Iceta y Marlasca)
Crujiente de espárragos con Bacon
Champiñón gratinado. (Sencillo, modesto…)
Empanadilla de Espinacas
Brioche de Lobster Roll. (Lobster en inglés es langosta. Con el Roll me pierdo)
Calamar en su Tinta
Empanada de Pisto Andaluz

Los cuartos de baño con colas kilométricas. Pero el hambre ancestral hace estragos. Y a los aperitivos calientes les sucedieron los

Fritos

Croquetas de Puchero (fundamental lo del puchero)
«Pescaíto de Isla Cristina» en adobo (los animalistas repitieron)
Langostino con hierbabuena (sic) (Locura entre los sindicalistas, que casi terminan a trompazos porque querían llevarse los langostinos a sus casas)
De postre, solo un postre, como en las casas normales Minibocaditos Dulces

Y para regar el humilde y frugal aperitivo de los cineastas y demás gorrones, cerveza, refrescos, vino blanco de Rioja, vino tinto Crianza de Rioja, ginebra, ginebra rosé, whisky y vodka. (No se sirvió ron, porque el ron está muy caro, y había que ahorrar).

Durante la degustación del Brioche de Lobster Roll, el quinto botón de la camisa del ministro anfitrión, Iceta, explosionó y salió disparado impactando con un tal Casanova que acudió vestido de Dama de las Camelias.

Una fiesta en fin, llana y sencilla como la que más.

Pero el ministro que llegó gordito se marchó como una peonza.