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HorizonteRamón Pérez-Maura

Los analfabestias

¿Cómo no va a saber hoy en día un periodista que la Guerra Civil española no empezó hasta julio de 1936? Con la matraca que nos dan con la falsa memoria histórica es imposible que nadie se equivoque con esto

Mi padre tuvo la desgracia de ser un niño diabético en una época en que con esa enfermedad los menores se morían sin remedio. Pero fue uno de los primeros niños que, tratado por el doctor Gregorio Marañón, sobrevivió. Para ello tenía que inyectarse insulina tres veces al día y su abuelo Gabriel, el primer duque de Maura, le dijo que, si aprendía a inyectarse sin ayuda de enfermeras o practicantes, le llevaría de viaje con él por Europa. En la década de 1940 casi nadie en España viajaba por ninguna parte, así que mi padre aprendió en dos tardes a inyectarse su medicamento y empezó a viajar con su abuelo a Francia, a Suiza y, sobre todo, a Estoril, a donde el duque de Maura iba normalmente una vez al mes. Contaba mi padre lo que le impresionaba sentarse a la mesa a almorzar con el Rey del exilio, con su abuelo Gabriel –ministro de Trabajo del último Gobierno de la Monarquía– con José María Gil-Robles Quiñones, ministro de la Guerra en el Gobierno de la II República, y con Pedro Sainz Rodríguez, ministro de Educación en el primer Gobierno de Franco. Yo escuché decir a mi padre muchas décadas después que le impresionaba oír las conversaciones de aquellas grandes personalidades. Pero que él –que siempre fue un monárquico genético– creía que exageraban un poco cuando contaban lo mala que era la situación interna en España.

Afortunadamente, aquellas tres personalidades volverían del exilio a España. En el caso de Don Juan con la Monarquía ya restaurada. Gil-Robles desde mucho antes –y sufrió algún confinamiento– y Sainz Rodríguez en 1969. En el caso de Gabriel Maura sobrevivió al Tribunal de Orden Público sin necesidad de volver a la expatriación de la que había regresado después de la Guerra Civil. Estos días he estado dando vueltas a esto con motivo de la muerte de José María Gil-Robles y Gil-Delgado, al que he tratado mucho y que me contaba con frecuencia sus recuerdos de infancia en Estoril jugando algunas tardes con mi padre. Pero me parecía que no era nada lo que yo podía añadir después del obituario publicado en El Debate por Íñigo Méndez de Vigo, Demócrata y europeísta, o el En Primera Línea de Eugenio Nasarre Una vida fecunda al servicio de España y Europa que aparece hoy. Hasta que han caído en mis manos dos «recortes» de prensa que me han hecho hervir la sangre. Porque son la demostración perfecta de en manos de quiénes están los medios de comunicación de masas. Quiénes son los analfabetos funcionales que marcan la pauta informativa.

Y que analicen qué culpa tienen los políticos que desde hace décadas niegan una calle en Madrid a José María Gil-Robles Quiñones.

El título del tuit de La Sexta sobre la muerte de Gil-Robles y Gil-Delgado era que «Gil-Robles, líder de la Confederación de Derechas Autónomas, presidió el Parlamento Europeo entre 1997 y 1999». Y con éste me llegó una captura de pantalla de una noticia en El Español que daba parte de su muerte y un sumario explicando quién era: «Fue también ministro de la Guerra con Franco». Visto lo cual, me tomé dos orfidales para irme a dormir.

He intentado comprobar que ambos recortes son ciertos. Lo he hecho sin problema en el caso de La Sexta donde se aduce que fue un simple error porque al autor se le olvidó interponer los términos «hijo del». No me lo creo, pero aceptaré pulpo como animal de compañía. Aunque estoy seguro de que en el caso de El Español tiene que ser un montaje falso. No es posible que en un periódico dirigido por un hombre que ha estado años haciendo campaña para ser miembro de la Real Academia de la Historia se cometa un error como el aquí reflejado. Eso es un montaje, seguro. Según el redactor que elaboró los titulares de esta noticia, mi admirado Josemari Gil-Robles fue ministro de la Guerra el año que nació y ¡en un Gobierno de Franco!!! Eso no puede ser un error. Eso es un montaje malvado. ¿Cómo no va a saber hoy en día un periodista de El Español que la Guerra Civil española no empezó hasta julio de 1936? Con la matraca que nos dan con la falsa memoria histórica es imposible que nadie se equivoque con esto. O no.

Como me comentaba ayer un notable abogado con experiencia política y en la vida pública, «estamos criando analfabestias. No es que no hayan leído. Es que no leen ni lo que escriben. Lo de sumar y restar… lo dejamos para el próximo curso.» Y en manos de esta gente están medios de comunicación que forman opinión pública.