Y ahora la zoofilia (lo juro)
Ahora resulta que una cabra, un perro, una vaca o un caballo pueden ser empleados por seres humanos en relaciones sexuales sin necesidad de manifestar ningún consentimiento
Antes de que lea ni una línea más, quiero advertirle a usted que esta columna puede herir su sensibilidad y quizá sea mejor que no siga prestándole atención. Y no tendré la presunción de decir que no deben leerla niños pequeños porque ya asumo que no cuento con una gran masa lectora menor de edad.
Cada vez que en los últimos años creíamos que algo era imposible, eso ha acabado siendo verdad. Nadie podría imaginar en 2017 que los golpistas catalanes serían indultados por el Gobierno. No se podía atisbar que el Ejecutivo intentase poner zancadillas a la Monarquía, como no era presumible que profanaran la tumba de Francisco Franco. Supongo que el que aprobaran un aborto libre y gratuito, sin la más mínima restricción, sí era previsible. Aunque no era imaginable el que llegasen a legislar que yo mañana puedo ser mujer y llamarme Paca sólo porque declaro que me da la gana serlo y mantener todos mis atributos masculinos.
Dentro del disparate de la ley animalista en ciernes ya tenemos a la vista una nueva degradación inimaginable hasta hace nada. El proyecto de ley de derechos de los animales parece suprimir el delito de zoofilia, el que castiga las relaciones sexuales entre un animal y un ser humano. El artículo 337.1 del Código Penal que aborda esta aberración, parece que va a ser suprimido. Como bien ha explicado en estas páginas Rodrigo Díez Manceñido, el vigente delito de zoofilia no viene del franquismo, pero sí fue regulado en 2015 por el Gobierno de Mariano Rajoy, que para los animalistas es lo más parecido a Francisco Franco que ha habido en España (con perdón). La intención entonces era penar la zoofilia porque los animales no tienen capacidad de consentimiento (¡Andá! ¿El «consentimiento» no lo había inventado Irene Montero?) y por lo tanto la zoofilia debía ser perseguida. Pero ahora los animalistas dicen que tampoco hay que proteger tanto a los animales y su reforma sostiene que mantener relaciones sexuales con un animal y en las que no haya maltrato ni beneficio de ningún tipo no sería delito. Lo del beneficio de ningún tipo me obliga a hacer una pregunta desagradable. Si el humano no completa el acto sexual ¿no comete delito? y si provoca que lo complete el animal ¿sí es delito? ¿Que un humano, hombre o mujer, provoque placer sexual a un animal es delito o no?
Jamás en mi vida me imaginé escribir un artículo como este, pero es algo a lo que nos obliga un Gobierno como el que tenemos y máxime con la cantidad de animales domésticos que se tienen en los domicilios de millones de españoles.
El proyecto de reforma contempla que la zoofilia sólo será delito si se provocan lesiones al «animal vertebrado» (parece que los pulpos no van a ser protegidos) y como consecuencia del maltrato la víctima tiene que ser tratada por un veterinario.
Lo que nos vuelve a llevar a la cuestión del consentimiento. Así que estos animalistas llevan cuatro años empeñados en dar derechos a unos seres vivos que no tienen legalmente deberes –es decir, hacerles seres de primera, mientras que los humanos seríamos seres de segunda– y ahora resulta que una cabra, un perro, una vaca o un caballo pueden ser empleados por seres humanos en relaciones sexuales sin necesidad de manifestar ningún consentimiento. Ese acto sólo será denunciable si el animal sufre violencia física. Cielos. Pero ¿no era con eso con lo que había acabado la ley del 'sólo sí es sí'?
No se crean que este artículo es una ironía o una burla. Es absolutamente serio. Lo juro.