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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Gil-Robles

Por La Sexta y 'El Español' nos enteramos de que ese gran patriota, autor de uno de los libros más importantes de la Guerra Civil, 'No fue posible la paz', y exiliado en Estoril durante el franquismo, ha fallecido en Madrid con 125 años de edad. Que esa tenía que ser la noticia

La Sexta de Atresmedia y El Español de Pedro Jota, han coincidido en informar del fallecimiento de José María Gil-Robles, nacido en Salamanca en 1898, ilustre abogado, ministro de la Guerra en 1933, y fundador de la CEDA –Confederación Española de Derechas Autónomas–, con la que ganó las elecciones de 1934, pero no pudo gobernar, porque socialistas y comunistas dieron un golpe de Estado contra la República y se unieron para machacar a España con su Frente Popular. Don José María salvó su vida en 1936, porque los mismos asesinos de don José Calvo-Sotelo no lo encontraron en su casa. Y por La Sexta y El Español nos enteramos de que ese gran patriota, autor de uno de los libros más importantes de la Guerra Civil No fue posible la paz, y exiliado en Estoril durante el franquismo, ha fallecido en Madrid con 125 años de edad. Que esa tenía que ser la noticia. El fallecimiento de un español que nace en plenas turbulencias del 98, estudia en colegios y universidades durante el Reinado de Alfonso XIII, es ministro de la Guerra en la Segunda República, gana unas elecciones y las izquierdas, descontentas con el resultado, dan un golpe de Estado, se exilia en Estoril durante el régimen del generalísimo Franco, se sitúa del lado de Don Juan, aconseja al Rey Juan Carlos I y en pleno Reinado de Felipe VI, cansado de vivir tanto y tan peligrosamente, fallece en Madrid con 125 años, que es una pasada. Lo que olvidan los sagaces periodistas de La Sexta y El Español es que don José María Gil-Robles y Quiñones, falleció en Madrid –en este dato aciertan plenamente– el 14 de septiembre de 1980, es decir, hace 43 años. El que ha fallecido recientemente es su hijo, don José María Gil-Robles y Gil-Delgado, a una edad mucho más modesta, apenas 87, eurodiputado por el PP durante 15 años, expresidente del Parlamento Europeo, servidor entregado a España y a la idea de Europa, reconocido por su capacidad de diálogo, conciliador, inteligente, sabio y con un gran sentido del humor, que así lo ha definido el actual portavoz de la Eurocámara, Jaume Duch. Un europarlamentario respetable que consiguió el pleno respeto hacia España de todos sus socios europeos, con la suficiente y brillante grandeza biográfica para no ser confundido con su padre. Me pregunto y no termino de responderme, cómo es posible que ni en El Español ni en La Sexta –me sorprende más el primero que la segunda– no haya nadie que revise las noticias que redactan sus jóvenes periodistas. Con Pedro Jota se puede estar o no de acuerdo, pero nadie puede poner en duda su valía, cultura y agudeza profesional. En el caso de La Sexta, nada puede sorprenderme, entre otras cosas porque no pierdo mi tiempo sintonizando con tan birriosa cadena de la ultraizquierda, propiedad de la bamboleante derecha dura barcelonesa.

Se ha muerto un gran jurista y político español que no merece ser confundido con su padre, otro gran español por otra parte. Menos mal que en La Sexta no le han atribuido la culpabilidad de la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, el desastre de Annual, los asesinatos de Cánovas, Canalejas y Prim, y el levantamiento contra un régimen que había dejado de ser democrático en 1934. Ahí han estado discretos y medidos los bruñidos e incisivos redactores.

De la memoria personal, escojo de José María Gil-Robles y Gil-Delgado, su inteligencia, su señorío, su cultura y su sentido del humor. Sus tiempos pasados están cercanísimos, pero en la política española de hoy no existe ni la inteligencia, ni el señorío, ni la cultura ni el sentido del humor. Se ha marchado, por lo tanto, un español excepcional.