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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Para Bolaños, España es ¡una pizza!

La comparación del ministro intentando ser graciosete (sin éxito) delata la penosa carencia de patriotismo nuestra izquierda

Dentro de los ramalazos autoritarios que distinguen al sanchismo, uno de los más notorios es que el presidente y su Gobierno se niegan a conceder entrevistas a los medios que no les hacen la ola. En la práctica supone una forma de censura, que ningún presidente previo a Sánchez se había atrevido a instaurar.

En esa línea de yo solo hablo con los míos, Félix Bolaños, de 47 años, el nuevo fontanero en jefe de la Moncloa, ha concedido una entrevista a un portal de Prisa de enrevesado nombre anglosajón. En la conversación intenta mostrarse distendido y próximo. Pero la cosa rechina. Bolaños es una de esas personas que sin que se sepa muy bien el motivo no acaba de resultar grata. O quizá sí se sabe la razón del desafecto que suscita. Y es que gasta un sectarismo excluyente y petulante, no puede evitarlo. Con su tono regañón y su despeinado de peluquería, habla desde las alturas, perdonándonos la vida, como si el inefable «progresismo» fuese un dogma infalible. A todo aquel que osa cuestionar su forma de ver el mundo lo castiga con un desprecio de colmillo afilado.

Intentando ser ocurrente y graciosete, el ministro de la Presidencia responde así cuando en una batería de preguntas personales lo interrogan sobre su pizza favorita: «Me gusta la cuatro quesos, porque viene a significar la pluralidad del país en un entorno único y que todos hacen que la piza sea mejor».

Hasta ahora los socialistas habían llamado a España ridiculeces como «nación de naciones», o «Estado plurinacional». Cualquier cosa con tal de no hablar de una de las naciones más antiguas de Europa, con una historia y una cultura extraordinarias, forjadora de uno de los mayores imperios que ha conocido la humanidad. Pero a pesar de tantos eufemismos rebuscados, nadie en el PSOE había alcanzado la gesta dialéctica de Bolaños, que define a España como «una pizza de cuatro quesos». El chiste (malo) delata la dolorosa carencia de patriotismo de nuestra izquierda. Siguiendo con los símiles gastronómicos, podríamos decir que arrastran una increíble empanada mental, que los lleva a renegar de su propio país y hacer de alfombra –y a veces felpudo– ante los separatismos antiespañoles. Para el PSOE querer bien a España es una forma de tara propia de «la derecha y la ultraderecha».

Si España es «una pizza de cuatro quesos», lo que está ocurriendo en la pizzería es que hay dos empleados que se han puesto chulos y por un detestable complejo de superioridad pretenden dejar de aportar su queso en la receta común. Pero el encargado del establecimiento, en lugar de embridarlos, se dedica a reírles sus provocaciones mientras calientan tanto el horno que pueden acabar haciéndolo añicos.

Si seguimos cuatro años más con Bolaños y Sánchez en los fogones, la pizza cuatro quesos acabará directamente convertida en Puré a la salsa de Junqueras con reducción a la pólvora de Arnaldo. Es decir, una de esas pedanterías que no saben a nada y además resultan terriblemente indigestas.