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El astrolabioBieito Rubido

Qué difícil es dimitir en España

Detrás de la obligada salida de Pardo de Vera y Táboas se encuentran las encuestas de verdad, no la de Tezanos, que Moncloa maneja acerca del desastre electoral en algunas comunidades

La cuerda del esperpento de los trenes que no cabían por los túneles –que suena a chiste de Mortadelo y Filemón, no a ese gobierno tan eficiente del que presume Sánchez– se ha roto por la parte más débil. En realidad, Isabel Pardo de Vera, secretaria de Estado de Infraestructuras, e Isaías Táboas, presidente de Renfe, fueron destituidos de manera indirecta, ya que la ministra los obligó a renunciar. La que tenía que abandonar el cargo era la responsable del Ministerio, ya que la responsabilidad nunca se delega. En España, sin embargo, es poco habitual ver a los ministros presentar dimisiones. Durante los 40 años de Franco dimitieron por distintas razones 14 ministros, el primero de ellos don José Larraz. En democracia muy pocos. Fíjense que el primero que tenía que haber dimitido era el propio Sánchez al descubrirse su plagio flagrante de la tesis. En Alemania, en marzo de 2011, dimitió Karl Theodor Zu Guttenberg, joven ministro de Defensa y miembro más valorado del Gabinete de Merkel, por plagiar dos párrafos. Sánchez lo citó en su alocución en la moción de censura. Hace falta tener poca dignidad.

Hace apenas dos meses, también dimitió otra ministra de Defensa alemana, Christine Lambrecht. Además de demostrar que el cargo le quedaba grande, Lambrecht protagonizó un lamentable suceso al grabar un vídeo sobre la Guerra de Ucrania con los fuegos artificiales de la Navidad al fondo. Aquí en España conjugar el verbo renunciar es prácticamente imposible. Más en la izquierda que en la derecha. Han abandonado el cargo más ministros del PP que del PSOE: Pimentel y Ruiz-Gallardón son dos buenos ejemplos. Aquí la que tenía que marcharse se llama Raquel Sánchez Jiménez, pero la cuerda suele romperse por la parte más débil.

Detrás de la obligada salida de Pardo de Vera y Táboas se encuentran las encuestas de verdad, no la de Tezanos, que Moncloa maneja acerca del desastre electoral en algunas comunidades, entre ellas Extremadura y Cantabria.

Queda la esperanza para el PSOE gallego de que ganan una buena posible candidata a la Xunta de Galicia. Isabel Pardo de Vera es bastante mejor que algunos de los nombres que barajan los socialistas gallegos y además tiene experiencia en la gestión, más allá de este lamentable capítulo. Es una sugerencia, seguro que no me harán caso.