Fundado en 1910
Cosas que pasanAlfonso Ussía

De trenes

Ante el escándalo, fueron despedidos dos funcionarios medios. Pero Revilla exigió que cayeran «cabezas más gordas», excluyendo la suya, claro está. Y han caído

Me contaba Jaime –Jimmy– de Mora y Aragón, hermano de Reina, libre, iconoclasta con las normas, motero, marbellí adoptado y adoptivo, con injusta fama de vago –«no te puedes figurar lo que hay que trabajar para que te consideren un vago»–, pianista, maestro en el uso del látigo, simpatiquísimo, listo, oportuno y en sus años finales embajador de Kashogui ante Kashogui –«me ha llamado mi morito/ que me ingresa el dinerito./ Lo demás, me importa un pito/ ¡Qué bonito, qué bonito!»– que en su alocada juventud, se ganó la vida y las perras tocando el piano en un local nocturno. Le pasó lo que al pianista Juan Arango en el epigrama de Bretón de los Herreros.

A Juan Arango, pianista de gran fama,
Preguntó en una noche cierta dama:
¿No nos toca usted nada
Que a pasar nos ayude la velada?
Y complaciente, Arango,
Por tocarle algo, le tocó el fandango.

El piano daba mucho de sí. Iriarte se encaprichó en Yecla de una mujer entradita en años.

Doña Tecla, la de Yecla,
Es Tecla muy singular.
¿Para qué sirve una tecla
Que no se deja tocar?

Una noche, Jimmy Mora, tocaba el piano, e interpretó una pieza de su creación. Se acercó una mujer maravillosa –«la más guapa que he conocido»–, se apoyó encandilada en el piano y le preguntó mientras Jimmy desgranaba la melodía. «¿Wolfgang Mozart?»; y Jimmy respondió sin dejar de tocar: «No, Jaime de Mora». El ligue estaba hecho. Tomaron un par de copas y todo iba de maravilla. Pero sucumbió el deseo cuando ella le confesó: «Me fascina viajar en ferrocarril». «Como comprenderás, yo no puedo tener nada con una mujer que, en lugar de viajar en tren, lo hace en ferrocarril. Es como decir que le da miedo viajar en aeroplano».

Chesterton afirmaba con pleno convencimiento de su afirmación, que para tomar a tiempo un tren, hay que perder el anterior. En La Montaña y en Asturias, no es necesario perder el tren previo para acomodarse en el posterior. La cosa va de túneles. Los nuevos trenes de vía estrecha no se pierden ni se toman porque no caben en los túneles. A Revilla y al presidente del Principado se la han jugado los de RENFE y los de ADIF. También, es cierto, porque nadie de los Gobiernos de Cantabria y Asturias leyó la letra grande del proyecto propuesto por la ministra de Transportes, doña Raquel Sánchez-Almudena Grandes. Una inútil. Ante el escándalo, fueron despedidos dos funcionarios medios. Pero Revilla exigió que cayeran «cabezas más gordas», excluyendo la suya, claro está. Y han caído. El presidente de RENFE, Isaías Táboas, ha presentado su dimisión, y la Secretaria de Estado de Transportes, Isabel Pardo de Vera, ha experimentado en su pompis la patada de la expulsión. Se ha firmado un nuevo contrato-proyecto, y en tres años, más o menos, los nuevos trenes de vía estrecha que unen La Montaña con el Principado podrán atravesar los túneles sin dificultad. En cuestiones de trenes, a Revilla llevan engañándole desde el Gobierno de Zapatero, y mucho me temo que no será presidente de Cantabria cuando los trenes nuevos puedan circular. Y el problema está ahí. Revilla se refiere a los «ferrocarriles», es decir, que se mueve por el siglo XIX en la semántica de los caminos de hierro. Y mucho me temo que los trenes y los túneles del norte no se pondrán de acuerdo en tan menguado espacio de tiempo.

«Desconfía de quien, en lugar de trenes, se refiera a los ferrocarriles».

En memoria de Jaime de Mora y Aragón.