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El astrolabioBieito Rubido

Cuando Europa mira de cerca a Sánchez

La España idílica que vende Sánchez ante la arrobada Von der Leyen es un país al borde de un ataque de nervios

Volvamos a Baltasar Gracián para entender el presente de nuestra afligida patria: «La verdad se ve y la mentira se escucha». Europa, en concreto la UE, ha estado escuchando todos estos meses que Sánchez era un gobernante ejemplar y que la prensa española estaba controlada por los poderosos hombres del Ibex-35 que se fuman puros en sus conciliábulos mientras secuestran la voluntad de los periodistas para que escribamos y hablemos mal de este Gobierno de la resiliencia. Pero resulta que los europarlamentarios han venido y, tras escuchar la anterior mentira, han visto la realidad desquiciada de una España mal gobernada, donde ya lo de menos es dónde están escondidos los fondos. La verdad que han podido ver los europarlamentarios es la desaparición del delito de malversación; las consecuencias de la ley de 'solo sí es sí'; una parlamentaria catalana, del golpista Junts, ofendiendo a los españoles al apartar la bandera en la sede de la soberanía nacional; que las sentencias no se cumplen; que los jueces están soliviantados; que la huelga de letrados ha suspendido decenas de miles de juicios… En definitiva, que la España idílica que vende Sánchez ante la arrobada Von der Leyen es un país al borde de un ataque de nervios.

Cuando cambias la dirección de la mirada obtienes otras ópticas. En la civilizada UE no se comprende muy bien cómo puede ocurrir con la mayor de las impunidades la malversación de dinero público que, al fin y al cabo, procede de nuestros bolsillos. Como no se entiende la soberbia cerrazón de Irene Montero sobre el desastre de poner en la calle a los violadores, lo que, por cierto, ha provocado la carcajada de la otra Montero, la desahogada ministra de Hacienda, y del incomprensible Marlaska.

Europa, a través de varios eurodiputados, ha podido posar sus ojos en un país asombrado de sí mismo. En los recovecos del estado de opinión de los españoles se guarece la sensación de que los fondos están siendo una oportunidad perdida. Ojalá nos equivoquemos, pero no hemos dado una buena imagen a nuestros colegas europeos, aunque ya se sabe que el escándalo y el ridículo están siempre en los ojos que miran, más que en el objeto observado.