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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Laura y Miriam, gente de mal

Propongo que el próximo 8 de mayo, Laura, Miriam, Irene, Ione, «Pam», Meritxell, Nadia y Yolanda y demás recua, todas gente de mal, entrelacen sus brazos y salgan a las calles a recuperar esos eslóganes clásicos del feminismo y que tan buenos frutos han dado para la sociedad española

Laura Borrás y Miriam Nogueras, una imputada por cosas muy feas y otra una desahogada que injuria nuestra bandera, son dirigentes de un partido corrupto y racista, heredero de las fechorías de una trama criminal, la familia Pujol, según ha determinado la Justicia. Quizá la fuerza más corrupta y racista de Europa cuya dirigencia está ya a los niveles de los Corleone. Primero fue Jordi, el hereu del abuelo Florenci, que se distrajo a la hora de declarar a Hacienda su fortuna, que ideó el 3 por ciento con que untaban los empresarios corruptos a los políticos no menos corruptos y que instruyó a sus hijos en el latrocinio de fondos públicos (el mayor defraudó al fisco 30 millones). Al felón Pujol, le siguió Artur Mas, un irresponsable que encendió la mecha del procés y debe al erario 2,8 millones de euros. Arturo acaba de hacer unas declaraciones donde reprocha a su padre político, Pujol, no que instruyera a su familia en el choriceo sino «que confesara» el delito. Como lo leen.

O sea, uno roba, su sucesor sigue su camino y además le afea que cante al verse descubierto. Después de estos dos sujetos, a Convergencia o Junts o como se llamen, llegó Puigdemont, perseguido por dar un golpe de Estado y malversar antes de que escapara en el maletero de un coche para instalarse en Bélgica, donde la estulticia judicial y política son tan comunes como los moules en la mesa. La especie fue degenerando hasta Quim Torra, catedrático en apartheid, que nos llamó «bestias carroñeras, víboras, hienas con una tara en el ADN». Costó echarle de la mamandurria porque no tenía donde caerse muerto con sus ideas supremacistas y su indigencia intelectual, y cuando la justicia lo mandó a asar calçots, accedió a la presidencia un señor bajito, anodino, maleducado y trapacero, Pere Aragonés, pero muy amigo de Miquel Iceta y de Pedro Sánchez, porque este sí, pese a ser tan casposo, insolidario y separatista como sus antecesores, ha nacido en el lado bueno de la vida, la izquierda, un territorio para el que el sanchismo ha decretado total impunidad.

Ahora hay dos legatarias de estos «figuras», Miriam y Laura, que viven en la misma miseria moral que ellos, donde se odia, se roba y se segrega en nombre de una bandera ilegal. Ellas, además, se permiten el recochineo de humillarnos ante nuestras propias barbas: contra España se vive espectacularmente, porque las instituciones que deberían defender al país, Gobierno y Legislativo, amparan el saqueo y el nacionalismo. Miriam se embolsa 8.440 euros al mes del Estado opresor, usa la sede de la soberanía nacional para despreciar nuestros símbolos, sabedora de que la presidenta de esa Cámara, Meritxell Batet, comparte con ella el derecho a decidir que se arrogan los catalanes estelados y por tanto mirará para otro lado.

Luego está Laura, la encarnación misma de la irrelevancia política, la vulgaridad y el sectarismo. Con esos atributos y conocimientos en filología usados para verter hiel sobre nuestra lengua –los castellanos, nos llama–, dirigió la Institución de las Letras Catalanas, desde donde regó con dinerito español a su más íntimo amigo, un chico entrañable, que responde al nombre de Isaías, con una biografía delictiva imbatible: cinco años de prisión por tráfico de estupefacientes, falsificación de moneda y otros fraudes. El amigo de Borrás ha rajado en sede judicial, confesando que su querida Laura le adjudicó 18 contratos troceados y así hasta beneficiarse de 260.000 euros públicos. Él fanfarroneaba ante sus colegas que esa pasta eran sus «trapis»: trapicheos de su amiga la conseguidora. La misma que está suspendida como presidenta del Parlamento catalán, pero que a esta hora sigue culpando a las cloacas del Estado de su negro panorama penal. Como el Gobierno no deja de llenarles las alforjas, cómo van a dimitir de sus cargos (españoles). Como lapas en la faltriquera de Pedro Sánchez están.

Propongo que el próximo 8 de marzo, Laura, Miriam, Irene, Ione, «Pam», Meritxell, Nadia y Yolanda y demás recua, todas gente de mal, entrelacen sus brazos y salgan a las calles a recuperar esos eslóganes clásicos del feminismo y que tan buenos frutos han dado para la sociedad española: «Solo sí es sí» o «Sola y borracha, quiero llegar a casa». Pero sin olvidar el mejor: «Somos malas, podemos ser peores».