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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Tamames: será entretenido, pero…

Le soltará de manera aplomada y con gracejo unas cuantas verdades a Sánchez, pero al final del día la moción habrá hecho un favor al PSOE

Vamos a ver cómo está la matemática electoral. En las últimas generales, en noviembre de 2019, ganó el PSOE con el 28 % de los votos; el PP de Casado sumó el 20,8 % y Vox, un 15,08 %. Hoy, según el barómetro que compendia todas las encuestas que se hacen en España, el PSOE ha perdido dos puntos y el PP de Feijóo lidera con un 31,3 %. El estirón popular atiende a que se han engullido a Ciudadanos y a quienes desertarán del PSOE hartos de los desafueros de Sánchez.

Pero, ¿qué pasa con Vox? Pues que está exactamente en la misma posición que logró en 2019, ahora con un 15,2 % de la intención de voto. Es decir, el partido verde no ha crecido, pero tampoco ha acusado la salida de Olona, ni su discutible decisión de dejar colgados los Presupuestos de Ayuso, ni la menor presencia mediática de su líder, ni el hecho de que ahora forman ya parte de un Ejecutivo autonómico y toca pasar de las palabras a los hechos. Vox mantiene intacta su base de fieles, que se ve además garantizada por el hecho de que el PP ha renunciado a dar la batalla ideológica y moral, pues con la calculadora electoral en la mano han llegado a la conclusión que para llevar a Feijóo a la Moncloa les resulta imprescindible pescar en los caladeros del PSOE.

Vox nunca va a ganar las elecciones generales. Además, el voto útil, la urgencia de millones de votantes de echar a Sánchez y su alianza antiespañola, puede privarlos en el sprint final de algún escaño. Pero sin duda Vox conservará un papel relevante en la política española y si Feijóo llega a necesitarlos para gobernar, ejercerían una labor de contrapeso para que un Gobierno del PP no se quede en una especie de versión más o menos aseada del PSOE de González.

Una de las principales máximas de la comunicación reza que si no das tu versión de los hechos, otro lo hará por ti. Otra, más discutible, dice aquello de «que hablen de mí, aunque sea mal». Vox suele operar como si tuviese presentes ambos principios, y con ello obtiene un notable eco social. En esa línea, esta vez intentan captar foco con una moción de censura con un candidato insólito, el profesor Ramón Tamames, excomunista de 89 años y exuberante personalidad. La moción llega tras otra presentada en noviembre de 2020, con Abascal como candidato, que se saldó con 52 votos a favor y 298 en contra.

Ramón Tamames es una persona de ancha inteligencia, ocurrente y erudita. En eso existe acuerdo universal. Hijo de una buena familia madrileña, estudió bachillerato en el Liceo Francés, se graduó en Económicas, pasó por la London School of Economics, se convirtió en catedrático y ha publicado una obra amplia e interesante, incluido un libro que es un pequeño clásico, Estructura económica de España, de 1960. Políticamente, se afilió en el PCE a los 23 años y no fue comunista por poco tiempo. Siguió en el Partido hasta los 48 años. Cuando se dio de baja, ayudó además a fundar Izquierda Unida. Solo se apea de la izquierda en 1986, cuando ya con 53 tacos se enrola en el CDS de Suárez. Con el tiempo ha ido virando a posiciones más conservadoras, que ha expuesto en artículos en varios medios y en numerosas tertulias. Pero aún así, supone una elección singular para un partido del nítido perfil de Vox.

La moción de censura con Tamames resultará un espectáculo político entretenido. Le soltará a Sánchez varias verdades con sapiencia y gracejo, todos lo disfrutaremos viendo al viejo profesor en su gran recital crepuscular. Además Tamames tiene algo que escasea en nuestra política y se agradece: sentido del humor. Pero al final del día esta extraña iniciativa solo servirá para beneficiar al PSOE. Durante una semana larga, o dos, la actualidad política estará centrada en el asunto Tamames (ya se encargarán las televisiones del cañón de la izquierda de que así sea). El rejón de Europa al Gobierno, las sueltas de violadores, los pésimos datos económicos que se están publicando estos días… todo quedará opacado por una moción que no va a ningún sitio, más allá de poner el nombre de Vox unos días en los titulares. Servirá además para que Sánchez, que ahora estaba de capa caída, haga una puesta en escena teatral en plan sopesado estadista, que será coreada por su orfeón mediático.

Lo superfluo suele ser enemigo de lo bueno. Las elecciones están demasiado cerca como para facilitarle a Sánchez maniobras de distracción de sus enormes carencias. ¿Qué estaría diciendo Vox si al PP hubiese tenido la ocurrencia de presentar una moción con Tamames como mascarón? Pues eso...