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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Gente bien y de bien

La gente bien disfruta de las vacaciones de Semana Santa, no del período vacacional de primavera. Los Sánchez pueden ser bien menos uno, y los Gómez también, menos una

Feijóo no ha dicho nada nuevo. En España siempre han existido dos hemisferios perfectamente delimitados. El de la gente de bien y la gente de mal. Y dentro de la gente de bien, la gente bien y la gente regular, que es bien pero merecedora de precauciones. Usar de la voz «sostenible» es de gente muy mal. Ahora todo es sostenible, porque habla en público más gente mal que bien. La gente de bien es la gente normal. Honesta, de familia unida, colegio religioso, mantenedora de tradiciones y costumbres, taurina aunque no entienda de toros, emotiva ante los símbolos, y sobre todo, gran consumidora de jabones, champús y demás productos de aseo personal. La gente bien de género masculino no se hace ni se compra trajes marrones, y menos aún, berenjenas. Y no organiza barbacoas con amigos los fines de semana. La gente bien no exterioriza sus tristezas ni se excede en los amores en público. Frase inmortal la respuesta de don Santiago Bernabéu de Yeste, que era bien, a la pregunta que le formuló en una cena de amigos su esposa, doña María Valenciano, que era un poco regular.

«Santiago, ¿me quieres?». Y Bernabéu, abochornado, tímido y medido en efusiones le respondió: «Sí, pero no me lo recuerdes». Hay muchísima gente mal que se cree bien. En las grandes urbanizaciones, las más lujosas, abundan las mujeres que, en los días fríos, acuden al supermercado – súper es mal– en chándal, zapatos de tacón y abrigo de pieles. La gente bien es, habitualmente, patriota, y la gente mal se escuda en la ciudadanía mundial. «Yo soy ciudadano del mundo», a lo que habría de remacharle: «Usted es un gilipollas».

La gente bien compra jamón de York, y la mal «jamón York» o aún peor, «jamón Yor». La gente bien huye de la ostentación relojera. Un reloj excesivamente caro es mal, es hortera, pretencioso. Curiosamente, la gente bien dice «reló» y la mal «reloj» con la jota muy pronunciada. La gente bien no practica el senderismo, ni quema con sus paellas los montes, ni está al tanto de la aparición en el mercado de los «zapatos más cómodos». La gente mal se viste en pos de la comodidad, y la gente bien prefiere la incomodidad a la pérdida de la estética. Yo me considero bien, y tengo unos zapatos abotinados ingleses de Morgan& Greaves, que me pongo en las bodas de las que me hacen testigo, y cuando llego a mi casa abrumado de dolores, emito sonidos de placer –en privado– cuando consigo quitármelos. La gente mal orina, y la gente bien hace pis. La gente bien, aunque no domine ningún idioma foráneo, inglés, francés, alemán, portugués o ruso, pronuncia muy bien las pocas palabras que sabe, en tanto que la gente mal carece de cualidades para pronunciar correctamente. Recuérdese la parrafada en inglés de Pablo Iglesias. La gente bien juega al «golf croquet» y la gente mal a la petanca. La gente bien domina la emisión de tacos y venablos y huye de los sustitutivos o adjuntos. Quien diga «jolines» jamás podrá saltar de mal a bien. Y la gente bien siempre se refiere al cuarto de baño, tenga o no tenga baño. Wáter, váter, servicio, aseo o excusado son muy mal. Lo mismo que «toilette». Un militar que solicite la ubicación de la «toilette» tiene que ser inmediatamente degradado. La gente bien se enfada, no se enoja. En Navidad, pone su tradicional Nacimiento. El árbol de Navidad es bien si sus luces son del mismo color. Si hay tuttifrutti o macedonia en la iluminación, el árbol de Navidad es mal. Feliz salida y entrada de año, muy mal. Feliz año nuevo, bien. «¿Conoces a mi señora?», mal. «Te presento a mi mujer», bien. Si un hombre dice «me he peleado con mi marido», mal y maricón. Si una mujer, «me voy a Bali con mi mujer», mal y tortillera. El resto de los supuestos géneros y sexos, fatal y ridículos. Un bien jamás se cambia de sexo. Aguanta el chaparrón con el que ha nacido. La transexualidad es de una bajeza y vulgaridad supina. La gente bien disfruta de las vacaciones de Semana Santa, no del período vacacional de primavera. Los Sánchez pueden ser bien menos uno, y los Gómez también, menos una. Llevar anillo con sello familiar es bastante mal, como dar de mamar en público. Se trata de una aproximación, un adelanto para explicar la gran diferencia entre la gente bien o de bien, y la gente mal o de mal. Los primeros, votan a partidos liberales, democristianos y conservadores. Los segundos, a lo que tenemos gobernando. En fin, que Feijóo, en esta ocasión, ha estado bastante bien.