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HorizonteRamón Pérez-Maura

Nuestra Memoria Democrática llega a Italia

Qué lástima para ellos que los muertos del «Corpo Truppe Volontarie» que vinieron a luchar en la Guerra Civil al lado de los nacionales ya no estén allí. Porque les hubieran aplicado su Ley de Memoria Democrática con rotundidad. Con lo que le gusta a esta gente desenterrar muertos de mausoleos relevantes

Tengo un nítido recuerdo de mis viajes de infancia entre Santander y Madrid en coche. Especialmente los que hacíamos con mi abuela Gabriela Maura. Eran viajes de muchas horas y con ella recuerdo vivamente las paradas en una pequeña población burgalesa, Cabañas de Virtus, donde a mi abuela le gustaba visitar un criadero de ponis. Pero lo más emocionante siempre era pasar al lado de la Pirámide de los Italianos, en la cumbre del puerto del Escudo, ya en la provincia de Burgos, pero lindando con la de Santander. Era un monumento que con mi corta edad y estatura me parecía de proporciones faraónicas, aunque sólo tiene 20 metros de altura. Y fascinaba oír contar cómo tenían sepultados en su interior –al que recuerdo no haber podido acceder nunca– a 384 soldados italianos que participaron en la batalla de Santander. Porque se decía mucho que los italianos eran poco combativos, pero lo cierto es que el número de muertos que se dejaron en esa batalla prueba lo contrario. Y como describe el general Rafael Dávila Álvarez en su libro La Guerra Civil en el Norte (La Esfera de los Libros, Madrid 2021) y en su blog generaldavila.com el papel italiano en aquellas contiendas en las que su abuelo jugó un rol determinante fue muy relevante aunque no fuese más que por la calidad de su cartografía.

Si aquel monumento me producía atracción desde muy niño, qué decir después del 19 de mayo de 1971, cuando un autobús militar con unas 50 personas venidas desde Italia a visitar las sepulturas de sus familiares se despeñó en una curva del puerto del Escudo causando la muerte a otras 12 personas. Recuerdo cada vez que bajábamos por el Escudo cómo nuestro conductor señalaba el paso por la «Curva de los Italianos» donde se había producido el accidente. A raíz de esa desgracia las autoridades italianas decidieron llevarse sus muertos de allí en 1975. 268 fueron repatriados y 116 fueron sepultados en la Iglesia de San Antonio de Padua, en Zaragoza.

Pirámide de los ItalianosWikimedia

¿Fin de la historia? Pues no. La pirámide está abandonada, pero dado que está construida con hormigón, se mantiene en pie perfectamente. Por allí se pasa poco, ya que el tráfico entre Madrid y Santander ya no tiene como vía principal el puerto del Escudo. Y como los talibanes de la Ley de Memoria Democrática van quedándose sin material al que aplicar su ley, han debido pensar que la del derribo sería una foto espectacular que les daría otros cinco minutos de gloria. Y qué lástima para ellos que los muertos del Corpo Truppe Volontarie que vinieron a luchar en la Guerra Civil al lado de los nacionales ya no estén allí. Porque les hubieran aplicado su Ley de Memoria Democrática con rotundidad. Con lo que le gusta a esta gente desenterrar muertos de mausoleos relevantes. Y en este caso hay que reconocer que es altamente probable que un porcentaje relevante de los muertos sí que fueran fascistas. A qué negarlo.

Pero hay un pequeño problema. El pasado 14 de febrero, el senador de la República Italiana Roberto Menia interpeló a los ministros de Defensa, Guido Croseto, y de Cultura, el periodista Gennaro Sangiuliano, para pedir que el Gobierno italiano proteja el monumento a la memoria de sus mayores. La cosa se complica por varias razones. La primera de todas es que el monumento es propiedad de la República Italiana. Y no veo yo probable que la titular de ese Gobierno hoy, Giorgia Meloni, se muestre indiferente a este intento de arrasar un monumento que es parte indiscutible de su historia. Añadamos a ello que el senador Menia, igual que el ministro Croseto, son miembros de Fratelli de Italia, el partido de la primer ministro y ya tenemos una pista de cómo esta Ley de la Memoria Democrática nos puede crear un buen problema con nuestros hermanos italianos. Se admiten apuestas. Yo voy a sacar entradas para asistir al espectáculo en primera fila.