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Aire libreIgnacio Sánchez Cámara

La revolución de los necios

Queda decretada la abolición de la diferencia entre ignorantes y sabios, necios y prudentes. Los templos del saber han sido invadidos por la barbarie

Nos gobierna una oligarquía que fundamenta su hegemonía en una rebeldía falsa, impostada. Son los nuevos ricos, privilegiados, mimados y, en realidad, ignorantes, que quieren ser la voz de los parias de la tierra, mientras que realmente son los parias de la inteligencia. Malo es que nos gobiernen, pero casi es peor que nos obliguen a soportar su insoportable indigencia retórica. Las tipologías clásicas de los regímenes políticos parecían exhaustivas. Incluían el gobierno de la plebe, pero nunca idearon la posibilidad del régimen peor: el gobierno de los tontos.

Cuando estos falsos rebeldes gobiernan, ¿contra quién lo hacen?, ¿contra ellos mismos? A un necio de asamblea universitaria le nombran ministro y sigue con la misma retórica. Pero si la casta, la casta, intelectual, que no económicamente, indigente eres tú. Quieren el poder, pero aborrecen la responsabilidad. Gobiernan a beneficio de inventario, pero pronto no habrá ya nada positivo que inventariar. Y, si lo hay, será a su pesar. Pero si el poder sois, para desgracia general, vosotros. No sé si habéis logrado verdaderamente el poder, pero habéis perdido la rebeldía que nuca tuvisteis. Rebelde es hoy quien se opone a vuestra errática corriente. Los rebeldes somos nosotros.

Son falsos rebeldes privilegiados. Cuando los oprimidos gobiernan, ¿quiénes son los opresores? Este es el eslogan: ¡la ignorancia al poder! Se derriba así el último bastión de la desigualdad. Queda decretada la abolición de la diferencia entre ignorantes y sabios, necios y prudentes. Los templos del saber han sido invadidos por la barbarie. La nueva Bastilla es la Universidad. La rebelión de las masas sólo podía acabar en la rebelión de los necios. En realidad, es la misma cosa.

Es duro soportar que los bárbaros se apoderen del Parlamento, del Gobierno, del Tribunal Constitucional y del BOE. Es terrible, pero se puede soportar. Lo que ya es insoportable es que se apoderen de la Universidad, el último bastión contra la barbarie. Es posible, si bien duro, soportar a un gobernante necio, pero a un profesor necio, no. Un maestro necio es una contradicción en los términos. O maestro o imbécil, pero jamás ambas cosas a la vez. El magisterio de la estupidez es imposible, pero existe. Es peor un Rector de universidad necio que un presidente del Gobierno bobo.

Hagamos un trato. Os cedemos, temporalmente, el poder político a cambio de que renunciéis a poner vuestras manos en el poder espiritual. Cambiamos escaños por cátedras. Al cabo de un tiempo, perderéis también los escaños. El necio labra su propia ignorancia y, con ella, su destrucción. Pero no lo sabe porque es necio. Vivimos sometidos a una casta de hombres inferiores que se han adueñado del poder. La plebe disfruta su precario triunfo. Lo peor es que se creen sabios. Georg Brandes escribió: «A los ojos de Nietzsche, la desgracia capital para un país no es, por lo tanto, no poseer todavía una civilización verdadera, única y sistematizada, sino creerse civilizado cuando no lo está». La barbarie se apuntala entre nosotros día a día. El aire que respiramos (aún) está envenenado, es tóxico, moralmente tóxico. Por eso para sobrevivir es preciso ascender a alturas en las que el aire no esté contaminado, fundamentalmente porque no han podido ascender los necios. La contaminación espiritual es mucho peor que la física. Todo el poder al rebaño. Lo curioso es que el más dócil miembro del rebaño humano se siente a sí mismo como la voz de la rebeldía. La oveja rebelde, esa imposibilidad.

El Gobierno incluye en su seno a la disidencia. La lucha de clases, en el banco azul. El Ejecutivo se queja de sí mismo y le sobra razón, pero no por los motivos que aduce. Confiemos en que un reino dividido no pueda subsistir. Parias de la inteligencia, abandonados de ella. Cómodos y confortados en su necedad ovina y compartida. Y, encima, gobiernan. ¿Se puede pedir más? Michael Walzer escribió un excelente libro titulado La revolución de los santos, en el que analizaba los orígenes de la política radical en el puritanismo protestante. El reino de Dios en la tierra. Aquellos santos se han convertido en necios. Hoy asistimos a la revolución de los necios.