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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Elogio de la provincia

Madrid es la historia de un enorme éxito y la locomotora del país, pero hay mucha España más allá del túnel de Guadarrama

Actualizada 09:23

En 1787, el conde de Floridablanca, ministro de Carlos III, completa el que se considera el primer intento riguroso de hacer un censo de población en España. En ese momento, a finales del XVIII, era un país de unos diez millones de habitantes. Según los datos de Floridablanca, la provincia más poblada era la de La Coruña, con 426.000 habitantes, y la segunda, Valencia, con 409.000. Barcelona tenía 350.000. Madrid era la novena provincia de España, con 290.000 habitantes.

El vuelco de Madrid es imponente. Hoy la capital de España es la tercera ciudad más grande de la UE, ni más ni menos. La Comunidad de Madrid se ha convertido en un enorme éxito, con su modelo abierto, sus recetas económicas más o menos liberales, su talante desprejuiciado y sus ganas de trabajar. Va como una moto. Presenta un pulso vital extraordinario, lidera la atracción de capital exterior y también se ha convertido en la meca española en medios de comunicación, actividad cultural y ocio. Madrid es hoy el lugar donde quieren instalarse los chavales con aspiraciones de toda España. Le ha beneficiado además la burramia separatista, que ha vuelto antipática a Cataluña y la ha privado del cetro cultural que antaño ostentaba. Un simple paseo de una mañana por las calles de Madrid y Barcelona basta para captar la pujanza de una y el –dulce– estancamiento de la otra. Madrid va camino además de convertirse en la auténtica capital de Hispanoamérica, con una llegada constante de inmigrantes, muchos de ellos acaudalados, que se sorprenden con la seguridad y las garantías sanitarias que les ofrece la metrópoli española.

Dicho todo esto, a veces los que vivimos en Madrid actuamos como si nos olvidásemos de que España no se acaba en el túnel de Guadarrama. La Comunidad de Madrid es muy importante y suma 6,6 millones de habitantes. Pero ahí fuera hay 40,8 millones de españoles más, que resulta que no viven en Madrid. La sociedad de Madrid y sus gustos políticos no son equivalentes a los del conjunto de España. Lo que triunfa en Madrid políticamente no siempre coincide con lo que más agrada en eso que para resumir se suele llamar (un poco absurdamente) «provincias».

Madrid es un lugar estupendo y lleno de oportunidades. Pero como provinciano que al fin al cabo soy no me puedo resistir a hacer un elogio de «las provincias». La calidad de vida en las capitales españolas se ha vuelto extraordinaria: Santander, San Sebastián, Málaga, La Coruña, Valladolid, Bilbao, Oviedo, Zaragoza… están hoy cuidadísimas, su oferta comercial resulta harto suficiente (ahora en todos los sitios hay el mismo Corte Inglés, el mismo Zara y el mismo Ikea) y la vida cultural ha mejorado muchísimo. Pero varias de esas ciudades te ahorras además los 40 minutos de metro o cercanías para llegar al trabajo, la contaminación y los dos meses de canícula insufrible. Tampoco tienes que chuparte colas interminables para salir en coche los fines de semana. La vivienda resulta también en casi todas ellas más asequible que en Madrid, donde hoy comprar un piso en alguna zona grata va camino de ser misión imposible.

Laboralmente, los datos tal vez sorprendan. Según la EPA de cierre de 2022, la tasa de paro en España está en el 12,8 %. La Comunidad de Madrid se comporta mejor (11,5 %). Pero aún gozando de la prima que supone la capitalidad de la nación tiene más paro que Cataluña (9,9 %), Castilla y León (8,3 %), Aragón (9,4 %), o País Vasco y La Rioja, ambas con un paro friccional de solo el 8,6 % (aunque también es cierto que Madrid atrae a más gente y la demanda de empleo es mayor). De la olvidada «provincia» vienen también algunos de los mayores éxitos empresariales españoles de las dos últimas décadas, como Inditex o Mercadona.

En vísperas del referéndum del Brexit de 2016, el establishment británico (los principales partidos, la cúpula empresarial, la City, los medios de referencia…) daban por descontado que ganaría la permanencia en la UE. Derraparon por todo lo alto. ¿Por qué? Pues porque confundieron Londres, una especie de burbuja cosmopolita, con el conjunto de un país del que la capital se había ido desconectando cada vez más.

El futuro se está disputando en una liga en la que juegan las grandes metrópolis del planeta, y en la que por fortuna para España competirá Madrid. Pero sería también bueno para el país que su capital no desconectase de «las provincias» y lo que en ellas ocurre. Inventar una especie de seudo nacionalismo madrileño, del que se están percibiendo los primeros y aún tímidos atisbos, se daría de bruces con la apertura a todas las Españas que han hecho enorme, feliz y próspera a Madrid.

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