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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Mucha Kitchen y ni mu de tito Berni

El tal tito Berni aplaudía a rabiar desde su escaño hasta hace dos días las políticas presuntamente feministas de Sánchez mientras ejercía de cliente de los puticlubes

Sánchez, Iglesias, Rufián y Otegi creen que Rajoy se les fue vivo. Aunque lucen en su pecho una medalla que nunca creyeron poder colgarse –cambiar al presidente del Gobierno legítimamente elegido– todavía aspiran a mojar pan en el último guiso de la era Rajoy, la «kitchen», una astracanada propia de un descerebrado dispuesto a asar la manteca (espiar con fondos públicos al tesorero malvado que estaba poniendo en aprietos al partido), usando a un chófer al que el perejil de todas las salsas, Villarejo, llamaba «el cocinero».

Por muy surrealista que todo esto parezca, dado que en 2013 todos los focos estaban dirigidos al PP, en la cocina de Interior alguna mente privilegiada ideó algo parecido a la metacorrupción. Pero desde que el juez García Castellón abrió esta pieza desgajada de la investigación sobre Bárcenas, Sánchez y sus socios solo tienen un objetivo que no es, por ejemplo, saber de dónde sacó el extesorero los 52 millones que tiene en Suiza, asunto del que la izquierda nunca habla porque sus metas son superiores. Eso es peccata minuta, lo que de verdad quieren es rematar a Rajoy, como a esa pieza mayor que sirva para tumbar en la lona a Alberto Núñez-Feijóo, que tiene tanto que ver con esa causa como Sánchez con la de la humildad humana.

Al los inmorales que nos gobiernan, el fin de un presidente democráticamente elegido en las urnas gracias a un párrafo torticero en una sentencia les sigue sabiendo a poco. Y ahora creen que se les presenta la oportunidad con la petición de 15 años de cárcel por parte de Anticorrupción para el exministro Fernández Díaz y toda la cúpula de Interior. Ya tenemos a las teles del régimen dedicando toda su programación a desenterrar este sumario, grave, pero no más que la escandalera de que un diputado socialista, en connivencia probablemente con señalados dirigentes del partido, se dedicara a consumir prostitución, cocaína y a trincar dinero haciendo de conseguidor para indecentes empresarios.

El tal tito Berni aplaudía a rabiar desde su escaño hasta hace dos días las políticas presuntamente feministas de Sánchez mientras ejercía de cliente de los puticlubes. Toda una metáfora del sanchismo. Hay fotos del susodicho ejemplar con el presidente del Gobierno que abochornarían a cualquiera (mucho más graves que otras que desentierran de Feijóo en un barco a falta de mejor munición), pero los mandados de Moncloa no dicen ni mu en sus tertulias. Mejor martillear con casos de la prehistoria como Camps y Fernández Díaz que con una vergonzosa investigación de la que solo hemos visto la punta del iceberg, investigación a la que la fiscalía ha aplicado la impunidad que decreta Pedro Sánchez para los suyos.

Ya nos dijo Sánchez de quién depende la Fiscalía, que no ha podido con Cospedal y Rajoy, los grandes trofeos que buscaba. Curiosa la fijación del presidente más inepto y cainita de nuestra historia, persiguiendo a su antecesor que, con todos los fallos que tuviera, fue injustamente echado de su cargo y pasa por ser el ex jefe de Gobierno más respetuoso con las instituciones, el que menos bilis destila, y todo a pesar de que su salida fue la más traumática. E injusta.