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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El tío Berni

El PSOE tiene un sector putero de gran prestigio entre las profesionales del amor comprado, o el amor vendido, según de qué perspectiva se califica. Y la foto de Sánchez con el tío Berni llama la atención por las abiertas sonrisas compartidas

La poesía satírica, política, festiva y epigramática española dedica una especial atención al oficio más antiguo del mundo. Sucede que son ellas las perjudicadas por el ingenio de los poetas, no ellos. Se deduce que los poetas –no todos– eran también clientes de antros y prostíbulos. Formidable la evolución de Juana, la gran colipoterra preferida de Quevedo, que fue cotorrera y hartó de carne a Utrera. Pasó de llamarse Juana, hija de un zurrador y una gitana, a ser Ana Pérez, con ayuda de un sastre y un alférez.

Adonde por doncella, una alcahueta
Se la vendió a un trompeta.

Ya en Toledo pasó a llamarse Doña Luisa –«cosa que a ella misma le dio risa»–, y después de una próspera estancia en la Ciudad Imperial, a la Corte –Madrid– «se vino hecha señora, con joyas y vestidos, adonde por lo puta y por lo moza se llamó doña Julia de Mendoza».

De haber existido el tío Berni, doña Julia de Mendoza habría terminado su azarosa existencia como Virreina del Perú o de Nueva Granada.

Gracias al tío Berni, el diputado canario socialista Juan Bernardo Fuentes Curbelo, uno de cada cuatro diputados socialistas en el Congreso ha participado en las orgías de profesionales del sexo y amigos de la nieve en polvo organizadas por tío Berni y el mediador. Se saben los nombres pero se mantienen ocultos porque, entre ellos, los hay cercanos y asiduos a los despachos de la Moncloa. Después de tres años y medio compartiendo con el tío Berni los escaños del Congreso, la cafetería, el restaurante, el salón de los pasos perdidos y demás dependencias de la Cámara Baja, los diputados del PSOE aseguran que han tratado a su volcánico compañero «muy de pasada», que es un diputado de perfil bajo, y que nada tienen que ver con sus trapicheos, sus negocios, sus juergas y sus orgías. Una cuarta parte de los diputados –no diputadas– del PSOE, miente. Lo conocen muy bien porque han sido compañeros de juergas narcosexuales, que unen mucho. El desconcierto se convierte en farsa cuando nos hemos enterado de que el tío Berni, el simpático y gerifalte cetrero del pringue, votó a favor de la abolición de la prostitución. Hay mucha cutrería y vulgaridad en los documentos gráficos publicados hasta ahora. Se trata de orgías tiñosas como las de Roldán. Como las de los dilapidadores de los 600 millones de euros de los ERE. El PSOE tiene un sector putero de gran prestigio entre las profesionales del amor comprado, o el amor vendido, según de qué perspectiva se califica. Y la foto de Sánchez con el tío Berni, con su diputado canario, llama la atención por las abiertas sonrisas compartidas.

El tío Berni ha sido expulsado del PSOE y se le exige la devolución del acta de diputado. Es lo mismo. Todas sus juergas y trapicheos los organizó con el mediador como miembro y parlamentario del PSOE. Lo que se sabe es lo que los cursis denominan «la punta del iceberg». El más afectado por el dolor que le ha producido la noticia de esta nueva corrupción rabiza de su partido, ha sido José Zaragoza, el eterno gorrón. Ahora mismo, más de quince diputados del PSOE están temblando. Prostitución tiñosa –lo repito–, esquivada en los medios de comunicación al servicio del poder. Sin Quevedo para narrarla. Lo ha narrado la podredumbre, el cinismo, el oscurantismo, la ordinariez y la desvergüenza de un partido excesivamente aficionado al puterío. Pero claro, al lado de los dos frascos de cremas que intentó pasar Cristina Cifuentes sin registrar y pagar en la caja del supermercado, lo de tío Berni es una anécdota.

Y casi todo el periodismo, callado.