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Palabra de honorCarmen Cordón

El enemigo no es Vox

No sé si esto va de esterilizar gatos, de esterilizar hombres, de aniquilar familias, de libertad, pero cada vez nos ponen más difícil vivir y lo que está claro es que el enemigo no es Vox

Esta noche me pilla en Mallorca. Las gotas, cada vez más gruesas, se estrellan contra el parabrisas. Las escobillas cambian de velocidad y chirrían, una noticia en la radio me ha inquietado: «La alimentación, la asistencia sanitaria y la esterilización de los gatos callejeros serán responsabilidad de los ayuntamientos, y si los gatos viven en pisos paga la comunidad de vecinos». O sea, pagas siempre: o porque el vecino tiene gato, o porque así se pulen tus impuestos… pero si yo no tengo gato. Aprieto el volante con las manos. Pues no sé yo si los gatos son demasiados en la ciudad pero, desde el día que un espabilado del Ayuntamiento de Palma limitó la velocidad en la circunvalación, aquí no hay quien circule ni en temporada baja. Donde antes fluía el tráfico ahora somos hordas humanas atascadas. Pensándolo bien, igual esto no va sólo de gatos y precisamente se trata de eso, de acabar con tanta gente: que si abortar es un paseo, que la disforia es natural e invitamos a los chavales a tomar hormonas cruzadas y a mutilarse, que hay una sobremortalidad inexplicada sólo en los países en los que se nos ha vacunado tres o cuatro veces… Llueve a mares, pongo las antiniebla a ver si se aclara el panorama.

Cada vez hay menos mayores por la calle. Antes se veían entrañables vejetes con su boina y su bastón en los parques dando migas a los gorriones y contándoles sus batallitas; ahora, los pocos que se ven, están desubicados. Últimamente se ven algunos perdidos en las sucursales bancarias frente a las pantallas de los cajeros, suplicando con su mirada ayuda a los que por ahí pasamos con prisa. Están sin atender (todo con la complicidad de los que mandan), no hay piedad para ellos. Al menos, aquí aún no hemos llegado al progreso woke de Canadá donde les están repartiendo kits de eutanasia a los que viven solos... Es intolerable que este Gobierno de esterilizagatos abandonase a nuestros abuelos de esa manera cuando la covid y no haya pasado nada.

Y ahora, a por Tamames: que si tiene 89 años; que a dónde va Vox presentando un antiguo comunista; que mejor que se calle, no vaya a cantar las verdades un civil, una eminencia, un icono de una transición ejemplar que nos regaló una democracia estable, libertad de opinión, una paz social envidiable y una prosperidad inédita en España durante 40 años.

Lo de Tamames me recuerda al caso de Antony Flew, el ateo más influyente del mundo que, medio siglo después, cambió de opinión. Con 81 años, el filósofo volcado en la búsqueda de la perfección argumental detectó gazapos en su tesis de juventud sobre el ateísmo y llegó al convencimiento de que la naturaleza presentaba indicios más que suficientes para sostener racionalmente la existencia de Dios. Qué valor tuvo. La reacción de sus correligionarios ateos rayó en la histeria. No importó su solidez intelectual, sus artículos publicados, sus aclamadas conferencias… De un día para otro, el New York Times y miles de seguidores se entregaron a su propia «caza de herejes», a destrozar a su disidente. Se enfrentó a aquella blogosfera que se autodenominaba libre pensadora, al desprestigio social, los insultos necios, las caricaturas grotescas que lo tildaban de disminuido mental por tener cierta edad, pero con la fuerza de su lógica argumental, venció.

Pues lo mismo, a mí me parece que lo que de verdad molesta a los políticos de Tamames (tanto al PP como al PSOE y sus socios terroristas y golpistas) no es su edad sino que una eminencia de su categoría personal e intelectual, un civil ajeno a la tramas y triquiñuelas de los políticos, sin intereses, sin miedo al linchamiento, sin nada que perder y con la cabeza perfectamente amueblada, les saque los colores y someta a crítica al Estado y su establishment que jamás permitirá la crítica a sí mismo, gobierne el PP o gobierne el PSOE.

No sé si esto va de esterilizar gatos, de esterilizar hombres, de aniquilar familias, de libertad, pero cada vez nos ponen más difícil vivir y lo que está claro es que el enemigo no es Vox. No sé nada de política, pero tal vez una moción de censura sea exactamente lo que necesitamos. El Estado de derecho se tambalea: unos y otros llevan años colonizando las instituciones; amañando la justicia, cambiándose las leyes a sí mismos para no ir a la cárcel; comprando voluntades a base de deuda pública (el 50 por ciento del PIB es puro gasto del estado); ahogando a una sociedad extenuada a base de impuestos e inflación (inducida por los poderosos para aliviar las monstruosas deudas públicas que los gobiernos asumen en nuestro nombre) y sometiéndonos a una diarrea de leyes ideológicas absurdas que sueltan violadores, esterilizan gatos, multan por matar ratas, por circular por tu ciudad. No se me entienda mal. No es ir contra el Estado, es vigilarlo más de cerca: queremos moción. Estoy deseando oírle hablar, señor Tamames.