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HorizonteRamón Pérez-Maura

Revilla y Tito Berni, de la mano

Me gustaría ver si la delegada de gobierno en Cantabria hubiera avisado a un Gobierno regional del PP de que la Policía iba para allá con idénticas intenciones al caso que nos ocupa. Esto no es solidaridad, es complicidad. Sin más

Tiempos de borrasca. Es difícil saber por dónde hay que empezar. Afirmemos sin temor a error que es muy raro que el diputado Juan Bernardo Fuentes Curbelo, más conocido universalmente por Tito Berni, renunciara a su escaño el martes 14 de febrero y hasta ayer lunes 6 de marzo, exactamente tres semanas después, siguiera teniendo su exdespacho en el Congreso cerrado con llave sin que se permitiera el acceso a nadie. Ni al juez de instrucción que lleva su causa.

La cuestión es por qué Tito Berni ha dispuesto de esa inviolabilidad de su despacho si él no es diputado. La inmunidad parlamentaria se mantiene mientras eres miembro de las Cortes para todo lo que hayas hecho siendo diputado o senador y antes de serlo. Pero se pierde tan pronto como dejas el escaño. En este caso ayer hizo 21 días.

Resulta más que evidente que éste ha sido tiempo más que suficiente para borrar del ordenador del Congreso cualquier archivo que pudiera inculparle. Pero también es cierto que los conocedores de la materia afirman que, aunque su tableta esté conectada con el ordenador del despacho, lo que se borra a distancia no desaparece completamente si se escribió originalmente allí. Normalmente lo escrito directamente en el disco duro de un ordenador es muy difícil de borrar. Y la Policía sabe cómo recuperarlo.

Mientras el PSOE está muy entretenido con su inmenso problema en Canarias, le ha surgido este fin de semana un notorio problema en Cantabria. El pasado viernes el presidente del Gobierno regional, Miguel Ángel Revilla, anunció en rueda de prensa la dimisión de su consejero de Obras Públicas por el que dijo «poner las dos manos en el fuego». Pero añadió en la misma comparecencia, de forma inverosímil, que la delegada del Gobierno en Cantabria, Ainoa Quiñones, le avisó de lo que iba a pasar cuando se estaba afeitando, diez minutos antes de que la Policía tomara la sede de la Consejería de Obras Públicas. Se da la circunstancia de que Quiñones es nuera del también cántabro José Félix Tezanos, presidente del CIS y druida mayor de los compostajes demoscópicos al servicio de Pedro Sánchez. El propio Revilla reconoce que él advirtió de inmediato a su consejero, José Luis Goichicoa, que ya ha dimitido, de lo que se les venía encima. Lo que como bien ha dicho el presidente de Ciudadanos en Cantabria, Félix Álvarez, se parece mucho a un delito de revelación de secretos. Esto de que el delegado del Gobierno –de la nación– avise al presidente regional de que la Policía judicial –que no está bajo su mando– va a hacer un registro a una Consejería del Gobierno –autonómico– para incautar documentos es cuando menos muy sospechoso. Y que no me digan que es una cortesía entre dos instituciones. Me gustaría ver si esta delegada hubiera avisado a un Gobierno regional del PP de que la Policía iba a para allá con idénticas intenciones al caso que nos ocupa. Esto no es solidaridad. Es complicidad. Sin más.

Pero en el caso de Tito Berni y en el que ahora afecta a Revilla y Quiñones vemos la misma pauta: cómo el PSOE hace un uso abusivo de su control del aparato del Estado para beneficio propio. Sí, es cierto que en Cantabria preside Revilla, que es del Partido Regionalista. Pero no lo es menos que en los cuatro mandatos que lleva como presidente regional, siempre lo ha sido gracias al PSOE. Y sólo ha ganado las elecciones en uno de ellos. Así que la única posibilidad que les queda a los socialistas cántabros de tocar poder es si él repite. Y la cosa pinta para Revilla y los socialistas color teléfono antiguo.