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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Desde la lejanía

Cien violadores reunidos en una misma aglomeración humana, por muy agradecidos que se muestren, suponen un riesgo de difícil superación, a sabiendas que yo no sería el objetivo de sus deseos, pero por si acaso

Apenas dos días atrás escribí de las ventajas de vivir los últimos años de la vida en un pueblo norteño. Como madrileño, quiero a mi ciudad desde la más agradable añoranza. Pero en algunos casos, en días concretos, me gustaría estar ahí. Hoy, por ejemplo, jornada del feminismo enfrentado. ¿A qué manifestación asistiría de hallarme en Madrid? La elección es complicada. La convocada por el feminismo anti-Montero no aventura excesiva diversión. Y para asistir a la monterada es imprescindible estar dotado de una heroica intrepidez. Cuando una persona más o menos normal se adentra en una muchedumbre compuesta por unos cuantos miles de mujeres autoestimuladas y un centenar de delincuentes agradecidos, el peligro es estimable. He sabido que la ADDMYSLIGALLDIM –Asociación de Delincuentes Maltratadores y Sexuales Liberados Gracias a la Ley de Irene Montero– ha dispuesto de varios autobuses para llevar hasta Madrid a sus miembros liberados –100 de 740–, con el fin de agradecer en persona a la señora ministra y sus churris su puesta en libertad por los beneficios penales de la ley del 'sólo sí es sí', que hay que tener narices para denominar de esa guisa a un texto legal. Cien violadores reunidos en una misma aglomeración humana, por muy agradecidos que se muestren, suponen un riesgo de difícil superación, a sabiendas que yo no sería el objetivo de sus deseos, pero por si acaso. La principal convocante de esta manifestación de carácter universal, la señora ministra de Igualdad, ya adelantó el meollo de los objetivos de su convocatoria. Adoptó para ello un tipo de retórica asimilada a la efectividad y que tanto usó Sir Winston Churchill. La retórica anáfora o paralelista, consistente en la repetición de palabras o locuciones al comienzo de oraciones seguidas. «Lucharemos en las playas. Lucharemos en las pistas de aterrizaje. Lucharemos en los campos y en las calles. Lucharemos en las montañas. No nos rendiremos jamás». Esta modalidad de retórica, en tiempos difíciles –Churchill la utilizó en plena Batalla de Inglaterra contra los aviones de Hitler–, es pasmosamente efectiva. Y por ello, Irene Montero, que se caracteriza por su devoción y admiración por la figura del gran político, militar y escritor inglés, nos sorprendió con una anáfora similar: «Y va a tocar hablar del placer de las mujeres. Y va a tocar hablar del deseo sexual de las mujeres, de 50, 60, 70 y de 80 años. Y va a tocar hablar de tener relaciones sexuales con la regla. Y va a tocar hablar de cómo sentimos las mujeres placer, y con qué prácticas sexuales no lo sentimos». Los vellos en punta, la piel de gallina y me pinchan y no sangro. Impresionante.

Como me considero afortunado por haber recibido desde niño una educación más que aceptable, he cursado dos mensajes disculpándome por no poder sumarme a ninguna de las manifestaciones feministas. «Lamento profundamente confirmar mi inasistencia a su distinguida manifestación, por encontrarme fuera de Madrid y haberme comprometido previamente a asistir en Santander, ese mismo día y hora, a la conferencia que pronunciará el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, con el título 'De los túneles por los que no caben trenes al caso Obras Públicas, todo tiene arreglo'. No obstante les deseo una masiva presencia femenina, masculina, transexual, binaria y fluida en sus concentraciones Afectuosamente. Alfonso Ussía».

El mismo que, a renglón seguido, firma.