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HorizonteRamón Pérez-Maura

Tito Revilla

Lo que no es discutible es que ya hay dos consejerías de su Gobierno, ambas dirigidas por su partido, en las que hay casos de una grave amoralidad. Pero como todo populista, Revilla nos dirá que él no tiene la culpa

Apuesto a que Miguel Ángel Revilla estará encantado de que haya terminado esta semana que ha sido una pesadilla para él y su Gobierno. Por más que él diga que en el caso de flagrante corrupción en la Consejería de Obras Públicas se trata de un funcionario y no de un miembro de su Gobierno, hay casualidades que necesitan mucha explicación que por ahora nadie ofrece. Porque resulta que desde la Consejería de Obras Públicas de Cantabria se ha estado extorsionando a empresas desde 2003. Veinte años. Y que esa extorsión cesó entre 2011 y 2015 cuando la Consejería no estaba ocupada por el Partido Regionalista de Cantabria sino por el Partido Popular. Vaya, ¿será casualidad? ¿Tendrá algo que ver con que el consejero del PP, Francisco Rodríguez Argüeso, se hacían los controles necesarios y con los consejeros del PRC no?

Otra casualidad muy relevante es que frente a lo que Revilla empezó diciendo que eran cuatro empresas nada más, ahora resulta que hay constancia procesal de al menos 23 sociedades que han cedido a las mordidas. Entre otras una de las empresas más importantes de Cantabria, Arruti, cuyos pagos al funcionario desde 2003 suman 625.144 euros. A nadie puede sorprender que Arruti haya suspendido pagos y ya no tenga actividad. Pero sí la tiene Ascán que pagó 119.235 euros al matrimonio formado por Miguel Ángel Díez y Beatriz del Río. Ahí no se dan explicaciones de por qué se hicieron los pagos.

Y lo más satisfactorio para Revilla es que la mayor parte de las mordidas de estos veinte años son delitos que ya han prescrito así que no tendrán consecuencias relevantes. Pero lo que no se puede cuestionar es que los dieciséis años de gestión de Revilla han ido derivando en una podredumbre difícilmente disimulable.

El último ramalazo de esa degeneración lo contábamos el pasado jueves en El Debate y hace que veamos que en el Gobierno del presidente cántabro se emulan prácticas de Tito Berni en el Gobierno de Canarias. Es el caso de Isabel Barragán, directora de Función Pública dependiente de la Consejería de la Presidencia, Interior, Justicia y Acción Exterior. Que ya debe de ser trabajo todo eso. Barragán convocó en junio de 2021 una plaza de jefe de Servicio de Administración General y el 15 de noviembre de 2021 designó a la comisión de valoración que debía estudiar los méritos para designar al candidato idóneo para la plaza. Como en este Gobierno de Revilla llueven casualidades como si fueran tormentas tropicales, la comisión de valoración designada unilateralmente por Barragán eligió para esa jefatura de servicio al marido de Isabel Barragán, Luís Fernando Olaiz Arenal. Me reconocerán que esto tiene algún parecido con el caso del Tito Berni cuando éste dejó la dirección de Ganadería del Gobierno canario y fue designado para ese puesto un sobrino suyo.

Lo cierto es que Revilla clama diciendo que a él por corrupción no lo van a echar del Gobierno regional y que no hay ningún político de su partido procesado. Lo que puede ser cierto. Pero lo que no es discutible es que ya hay dos consejerías de su Gobierno, ambas dirigidas por su partido, en las que hay casos de una grave amoralidad. Pero como todo populista, Revilla nos dirá que él no tiene la culpa.