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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Los derechos simios

España no puede seguir ni un día más sin reconocer los derechos humanos de los gorilas. Y si no, que le pregunten al guardaespaldas de Ábalos

Sánchez y sus tontos preparan una ley para dotar a los grandes simios de derechos humanos. Simultáneamente redactan un proyecto de ley para dotar a los humanos de derechos de simios. Los grandes simios, y me dejaré en el tintero muchas especies, son los gorilas, los orangutanes, los chimpancés, los aulladores del Amazonas, los papiones y los mandriles. Se trata, pues, de una ley absurda, por cuanto en España no hay simios de estas especies, si bien abundan los humanos con inteligencia de simios, y algunos de ellos se sientan en el Consejo de Ministros. Ni el gorila oriental (Gorilla Beringei) ni el occidental (Gorilla Gorilla) son naturales de España. En nuestro territorio sólo hay monos en Gibraltar, la mona de Gibraltar, que nuestros antepasados introdujeron en la gran roca en el siglo XVI. Pero los derechos de esos simios son competencia de los británicos, al menos hasta ahora. Sánchez no pinta nada en esos menesteres. Las monas de Gibraltar son el mayor atractivo turístico de la Roca, y posan divinamente cuando les hacen los visitantes fotografías. No obstante, es recomendable no acercarse en exceso a ellas, por prudencia ante su humor, que es variable y caprichoso. La Princesa Ana , hija de Isabel II y hermana de Carlos III, sufrió el ataque de una mona de hondos sentimientos republicanos en un viaje a la colonia, la famosa mona Gigi, que le arrancó a la intrépida princesa una buena parte de su moño pelirrojo. La mona fue inmediatamente detenida, pasó a disposición judicial, y de Gigi, nunca más se supo.

En España, renunciamos a nuestro deber de proteger a los gorilas de nuestros bosques guineanos cuando abandonamos las provincias de Guinea. La insular, Fernando Póo, y la continental, Río Muni, donde fue hallado Copito de Nieve, el famoso gorila blanco fallecido en el Zoo de Barcelona hace un lustro. Cuando yo frecuentaba las visitas a aquella gran ciudad española en su pleno esplendor, siempre acudía al Zoo a visitar a Copito, que no tenía derechos humanos, pero hacía lo que le venía en gana. Disfrutaba de tres hembras a su plena disposición y capricho, y cada cinco horas le depositaban una gran penca de plátanos, y cada vez que una de las hembras intentaba apropiarse de un fruto, Copito de Nieve le negaba sus derechos simios y le arreaba un sopapo a la pobre chica de padre y muy señor mío. Posteriormente, Copito se montaba a la hembra, y nadie en el Zoo se atrevía a afearle su comportamiento inhumano.

Estos últimos días hemos sido alertados del descenso de ejemplares del leopardo de las nieves. Y podría aprovecharse la ley que dota de derechos humanos a los grandes simios para incluir en ella los derechos humanos de los leopardos de las nieves, las capibaras de los tepuís de la gran sabana del Orinoco, y del oso cantábrico, que ese sí es nuestro, y aunque han aumentado su población, todavía es muy inferior a la de los gorilas. Preocupa el olvido en la ley de Sánchez del papión de Tanzania, del que apenas quedan 27.000 ejemplares. Si los gorilas, los chimpancés y los orangutanes van a tener en España derechos humanos, el papión de Tanzania no puede quedar al margen del justo reconocimiento. Creo que el Gobierno de España haría bien en dar una vuelta más al texto y espíritu de su indispensable ley, con el fin de incluir al papión de Tanzania entre los humanos del futuro. Los humanos actuales, con sus derechos humanos agredidos y violentados, nos sentiríamos consolados si viéramos, desde nuestra secundaria condición de simios, que no sólo los gorilas, chimpancés y orangutanes han heredado los derechos humanos que el hombre y la mujer han perdido.

Todo, muy triste y desagradable. Pero urge su aprobación. España no puede seguir ni un día más sin reconocer los derechos humanos de los gorilas. Y si no, que le pregunten al guardaespaldas de Ábalos.